But I keep cruising
Can't stop, won't stop moving
It's like I got this music
In my mind, saying it's gonna be alright
'Cause the players gonna play
And the haters gonna hate Baby,
I'm just gonna shake
I shake it off, I shake it off
Us the Duo
Estoy segura de que Barry se ha molestado conmigo, pero no estoy en condiciones de molestarme yo con él, a menos que siga actuando como una estúpida. Por eso, luego del incómodo desayuno, cuando atiende una llamada y dice que ha de marcharse y que James pasará a recogerme cuando yo quiera, no me animo ni a besarlo. Él simplemente oprime mi hombro, saluda a todos y sale de la cocina.
Escucho la puerta de calle y el Range Rover que arranca y se aleja y me pregunto si lo volveré a ver. Nadie sospecha nada. Todos continúan conversando y disfrutando una última taza de té. Pero yo no puedo terminar la mía y estoy tan absorta en mis loros mentales que ni siquiera me doy cuenta de que oprimo las muelas hasta que Carla me mira y llama mi atención.
—¿Por qué estás bruxando ahora? —pregunta divertida, pero no me hace sonreír.
—Me duele la cabeza. Y tengo sueño.
—Vamos a pasear los tres, dale, antes de que te agarren ganas de ir a la cama.
Me niego, tratando de ocultar todos mis loros como quien quiere tapar el sol con un dedo. Le sugiero que vayan ellos, y que yo quizá más tarde los alcanzaré, una vez haya hecho algunas cosas en la casa. Mi amiga asiente y me examina con detenimiento. Es el día en el que todos me examinan como a un bicho, claramente. Pero es que no se cree que tenga cosas que hacer más que comerme la cabeza. Y está en lo cierto.
—¿Te dije que esas pastillas de mierda te ponen el humor del bonete, no? —murmura y se levanta antes de darme tiempo a reaccionar o contestar algo. Quizás tenga razón. Quizás mis ataques de enojo y estallidos de rabia sean hormonales. Y me estoy sometiendo voluntariamente a eso, perdiendo a mi macho alfa en el camino. Es de locos.
Subo a mi cuarto antes de que a papá se le dé por conversar sobre lo que ha pasado en la cocina un rato antes, o sobre mamá, o sobre lo que sea. Necesito estar sola, en calma, en silencio. Necesito procesar lo que está pasando en mi vida. Porque como dice papá, no hay vuelta atrás, y es un huracán que me lleva por delante. A veces hacia arriba, a veces hacia abajo, solo Dios sabe hacia dónde. Y hasta cuándo.
Cierro la puerta y camino por la habitación, ida y vuelta, pensando qué paso dar. Seguramente Max Donald se sigue poniendo hielo en la mandíbula pero ya ha pasado a ser la última de mis preocupaciones. Mamá. Papá. Las fotos. Las revistas. Ni hablar de Megan gestionando mis pastillas. ¡Joder, joder, joderrrr! No termino de procesar una cosa que ya aparece otra. Y ahora, ¿cómo le voy a explicar a Barry mi reacción por lo de Frank? ¿Podré echarle la culpa a las pastillas, a las hormonas? ¿Por tres días de ingesta? Mierda. ¿Se habrá enojado de verdad? Recuerdo el momento en el que Barry conoció a Frank y vio cómo me rodeaba con el brazo. Acabo de sentir lo mismo: la súbita frialdad, la conexión íntima y divina cortada, su expresión indescifrable y cómo se ha excusado y se ha ido, haciéndose a un costado. Según Frank, había ido a descargarse con la del vestido rojo. ¿Y ahora él mismo dormía con ella?
Mi cerebro patina, tratando de sacar una explicación lógica de todo este ovillo de cosas, pero no logro encontrar el extremo. Apoyo ambas manos sobre el escritorio, respirando hondo y buscando frenar la sucesión de ideas inconexas y emociones encontradas y entonces decido que necesito salir. Así como Barry corre para no volverse loco, yo caminaré.
No sé cuánto ando antes de sentir hambre, porque apenas he podido tocar el desayuno. Me trae a la realidad el teléfono exclamando un mensaje. Cuando lo abro, dice Bestia. «No salgas sola» dice sin besos, sin su inicial, sin nada, y tengo que leerlo varias veces antes de entender. No me lo esperaba. ¿Que no salga sola? Demasiado tarde. He bajado por Kensington Park Road y ya estoy llegando al Hyde Park. Entre la actividad física y el aire fresco, mi cabeza se ha despejado bastante. Y lo único que deseo es mantener la calma un rato más.
ESTÁS LEYENDO
El sueño - Barry Brown 1 (Borrador)
Romance¿Qué pasará cuando todas esas fotos en la pared se vuelvan realidad? A sus veintidós años, Natalie Andrews está en plena crisis existencial. Estudió música para tocar y cantar las canciones de Barry Brown. Sueña con conocerlo, pero sus miedos e inse...