Oh and I don't want to change you
I don't want to change you,
I don't want to change your mind
Damien Rice
Caigo del ensueño cuando apoyo las manos sobre las de Barry alrededor mi cara y noto algo húmedo y espeso entre mis dedos. Con horror, veo que es sangre, mi cerebro entiende lo que está pasando y me hace pegar un salto.
Miro a Barry que se observa la mano y chasquea la lengua y de repente no veo más nada porque un flash me ciega. Bajo la inesperada ola de flashes comprendo que nos están rodeando un montón de paparazzis, y que exclaman preguntas que no logro decodificar. Barry me envuelve en un abrazo, como si quisiera meterme dentro de sí mismo, y corre conmigo hacia la calle. Perfectamente sincronizado, James estaciona frente a nosotros y se baja del coche, alerta y en guardia para alejar a los periodistas mientras entramos en él.
Esta vez, y a pesar de que ya sé de qué se trata huir de la prensa, siento unos nervios que me congelan y me revuelven el estómago. Porque ahora también sé cómo reacciona Barry Brown ante estas situaciones y, en vez de mejorar, todo parece ir a peor. Mareada, miro su mano, otra vez con aspecto destrozado, y miro la mía, aún sucia con su sangre, y no sé qué hacer.
Otra vez estoy cayendo por el agujero de Alicia sin tener a qué aferrarme. Hasta que Barry despliega un pañuelo con su mejor mal humor de «periodistas cerca» y coge mi mano para limpiarla. El dolor en la muñeca me hace espabilar: doy un bote, me encojo y siseo.
—¿Qué tienes? —gruñe.
—Creo que me he hecho algo en la muñeca.
—¿Cuándo? ¿Te duele?
Asiento con la cabeza y Barry me examina a conciencia.
—¿Puedes moverla así?
Retiro la mano, ahogando un aullido cuando el dolor llega al fondo de mi cerebro reptil, y Barry larga un insulto entre dientes, deja caer la cabeza contra el apoyacabezas y se oprime las sienes con las palmas de ambas manos. Parece superado por la situación y a punto de estallar en carcajadas o mandar todo a la mierda.
—Perdón —murmuro.
No sé qué hacer ni qué decir. Si sigo viviendo situaciones surrealistas de película bizarra me volveré loca porque no seré capaz ni de razonar cuál es mi lugar en el cuento. Barry me mira ceñudo.
—No pidas perdón, Natalie. No has hecho nada malo. James, al hospital.
—No... Al hospital no —me quejo, cansada, asustada; lo último que le falta a Barry es otra portada de revista de mierda en la que lo muestren en el hospital conmigo, herida por segunda vez. Y a mí lo único que me falta ahora es volver a ver a Megan.
—Alguien tiene que verte.
—Pero...
—Suficiente, Natalie —me interrumpe seco, limpiando su propia mano con el pañuelo.
Aprieto los labios y las muelas y me envaro en el lugar. Me acaba de decir que está más enamorado que yo y ahora me manda a callar con ese puñetero mal humor. El ritmo subibaja de este mecanismo ya no me está gustando en absoluto. Tampoco ayuda en nada lo vulnerable e incómoda que me encuentro por haberle dicho lo que siento por él en el peor momento. Pero se lo he dicho y ahora Barry tiene un humor de perros. Sé que el enojo no se debe a eso, pero en el fondo, mi cabeza no entiende lo que sabe. Es la primera vez que confieso así mis sentimientos a alguien. Y ese alguien acaba de mandarme a callar.
Miro por la ventanilla conteniéndome para no llorar. Ya no distingo bien mis propias emociones, porque todo es un caos. Pero mis ojos están a punto de rebalsar, fijos en el paisaje urbano, borroso y que pasa a toda velocidad.
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El sueño - Barry Brown 1 (Borrador)
Romance¿Qué pasará cuando todas esas fotos en la pared se vuelvan realidad? A sus veintidós años, Natalie Andrews está en plena crisis existencial. Estudió música para tocar y cantar las canciones de Barry Brown. Sueña con conocerlo, pero sus miedos e inse...