32. Come away with me

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Come away with me in the night
Come away with me
And I will write you a song
Norah Jones


Cuando abro la puerta, no es James quien está ahí esperándome. Tampoco es el nieto de Zeus. Es Zeus en persona y las rodillas se me doblan y los tacones se me golpean. Tengo que agarrarme al marco de la puerta para no caer y asimilar como puedo la visión divina que tengo enfrente.

Barry está vestido como un muñequito de pastel. Uno de boda. Se ha peinado hacia atrás y al parecer ha pasado por el barbero porque no tiene ni medio milímetro de barba fuera de lugar. Es el Barry Brown perfecto de las fotos de portada de revista. Capaz que vamos a la entrega de los Oscar y no me ha avisado.

Me regala una sonrisa de oreja a oreja y me olvido un poco de todo. Si antes verlo era entrar en Oz, ahora verlo es volver a casa. Me abraza y hunde la cara en mi cuello, llenándome de pequeños besos y suspiros. Todo su perfume, la calidez y la textura de su cuerpo me invaden los sentidos y me aflojan las piernas. Dios. Cómo he extrañado todas estas sensaciones, y no he pasado ni medio día sin ellas.

—Hola. Hola. Hola —murmura contra mí. Luego se aleja, escaneándome de la cabeza a los pies y sonrío bastante incómoda. Él está dioso y en su salsa; yo me siento una impostora en esta ropa que no estoy acostumbrada a usar. Me gusta el resultado final y Carla me ha planchado el pelo, por lo que es la primera vez que Barry Brown me ve impecablemente peinada. Sabía que el impacto era posible, pero no por eso logro sentirme del todo cómoda y confiada con mi nuevo look—. Cielos... Estás preciosa, Natalie.

—Gracias... ¿Este vestido sí te gusta? —murmuro y lo hago reír.

—Me gustas tú con el vestido que sea. Y te has puesto tacones...

—Sí. Y quiero aclarar que no sé caminar muy bien con estas cosas, así que...

—No te preocupes. Yo tampoco —sonríe y me hace sentir menos tonta—. Te llevaré en brazos si es necesario —espero que se trate de una broma, aunque sé que igual yo le diré a todo que sí. Dejaré que me lleve en brazos al Inframundo si así lo desea.

—Gracias. Lo tendré en cuenta.

—Te extrañé, pequeña.

—Yo también —replico en un ataque de amor, desesperación y ganas de llorar cuando todo lo que ha pasado mientras él no estuvo me golpea el lugar de los recuerdos—. Me siento en otro planeta cuando no estás.

—Siento lo mismo, cariño. Ya te he dicho que no puedo ni respirar.

—Entonces no nos separemos más.

—Esa es una excelente idea. La tendré en cuenta —dice, y enganchando mi mano alrededor de su brazo, sonríe—. ¿Lista?

Asiento y cuando me besa, pienso que los tacones me allanan el acceso a su boca, me dan otra perspectiva y vale la pena haberme subido a ellos, si ahora encima tengo la mejor excusa del mundo para andar por ahí aferrada al brazo de Barry Brown dioso en traje de tres piezas. Cierro la puerta y, gracias a su apoyo, logro bajar los escalones como una diosa latina y caminar por la vereda hasta el Range Rover sin matarme. James me saluda con una sonrisa que vislumbro en el espejo retrovisor. Capaz que él también se ha impactado al verme tan taconeada y peinada.

—Cuando todo se tranquilice un poco, podremos salir solos. Te lo prometo —dice Barry en mi oído cuando arrancamos y sonrío.

—Prefiero que estés acá atrás conmigo —confieso.

—Anotado —sonríe él, me da un beso y se pone a trastear en su iPhone hasta que la música nos envuelve como un guante.

Era obvio que Barry Brown tendría sonido envolvente en todos los espacios de su vida y eso me fascina. En menos de un minuto ya me he olvidado de papá, de Sarah, Frank, Carla, el test con las dos putas rayas positivas, las dudas, el miedo, los tacones, las ligas y el mundo entero. Todo se limita a escuchar y compartir música con mi músico amado en el asiento trasero del coche. Todo es relativo, surrealista y maravilloso en este momento. Me he tomado un LSD, mínimo. La sonrisa me rodea toda la cara.

El sueño - Barry Brown 1 (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora