I'm your biggest fan
I'll follow you until you love me
Papa—paparazzi
Baby, there's no other superstar
You know that I'll be
Your papa—paparazzi
Lady Gaga
Encontrarme viviendo situaciones de película es una de las cosas que más me alejan de entregarme a lo que está sucediendo. Es tan shockeante y me hace sentir tan perdida que me cuesta sentirme protagonista de este presente, parte de esta realidad fuera de serie que nunca antes he experimentado. ¿Cómo me voy a entregar a algo que parece un sueño o una pesadilla? Ya esta escena de la vereda de casa llena de periodistas es un déjà vu por haber visto ocho millones de veces Notting Hill y, por supuesto, es la peor parte de la película. No, gracias, déjeme despertar, señor.
Busco mi ropa sintiéndome completamente fragmentada. Barry me acaba de decir «te adoro» y lo siguiente que ha pronunciado ha sido un insulto muy poco propio de él. Me ha pedido todo derretido contra mi cuerpo que fuese con él a su casa y ahora acaba de ladrar que no tarde en vestirme antes de salir del cuarto y meterse en el baño.
Revuelvo todo buscando ropa limpia, pero usé casi todo lo que traje y no he tenido tiempo de lavar ni la genial idea de poner la ropa sucia a disposición de Tabby para que ella lo hiciera por mí. Solo encuentro limpias un par de medias rayadas, mi pantalón Oxford de pana azul y un viejo pullover tejido con guardas y corazoncitos. Me calzo las Converse y me miro en el espejo del armario. Parezco venida de los setenta. Y así me siento. Completamente fuera de lugar y perdida. ¿Qué tengo que hacer? ¿Me voy con Barry? ¿Hasta cuándo?
Él entra al cuarto y me mira, ido. Tiene los labios apretados en una línea tensa y el ceño fruncido.
—¿Lista? —dice desde Saturno. Se nota que su mente funciona a mil en otro plano que no es este. Capaz que está tratando de irse a los setenta. Me quedo quieta como el conejo ante las luces del camión y solo muevo la cabeza arriba y abajo. Él coge su saco y busca el móvil en el bolsillo—. Le diré a James que venga y en cuanto llegue tendremos que salir —dice ceñudo.
Evidentemente no aprendió en India a controlar su reacción ante la situación «periodistas amotinados en la puerta de salida».
—Ahora vuelvo —musito.
Él me mira y se obliga a sonreír, pero no le sale muy bien. Antes de abandonar el cuarto ya está al teléfono con el tal James, pasando de mí.
Hago un recuento mental de dónde están mis cosas mientras me cepillo rápidamente los dientes. El bolso: abajo. Oh, el maldito antibiótico, todo el tiempo estoy a punto de olvidarlo. El blíster está en la cocina. Mi teléfono. No sé dónde ha quedado, ni el cargador. No lo uso desde lo del estudio de Barry, el jueves. Capaz que sigue en el bolso. ¿Y si mejor llevo la mochila? Ni siquiera sé si volveré esta noche a casa. O mañana. O cuándo. Tampoco tengo muda de ropa para llevar, a menos que lleve ropa sucia. Meto un par de cosas en el neceser, me recojo el pelo en un moño y lo sujeto con una hebilla. Recuerdo que tengo la ropa que he comprado ayer y que las bolsas han quedado en el vestíbulo. ¿Se habrá ido papá? ¿Qué hora será? Mierda. Tengo que comprarme un puto reloj. A ver si así comienzo a sentirme menos desubicada en tiempo y espacio.
Cuando vuelvo al cuarto, Barry está sentado sobre la cama. Ya tiene puesto el abrigo y parece un modelo de Versace con peinado despeinado aparecido en este cuarto rosado y lleno de juegos y libros para niñas. Deseo que me dé niñas, niños, nietos y bisnietos, poder meterlo en la casita de muñecas y que nunca más salgamos de ahí. Parece un poco más relajado cuando se pone de pie y se acerca, inclinándose para besarme la coronilla.
—James llegará en quince minutos.
—¿Quién es James?
—Mi guarda de seguridad.
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El sueño - Barry Brown 1 (Borrador)
Romance¿Qué pasará cuando todas esas fotos en la pared se vuelvan realidad? A sus veintidós años, Natalie Andrews está en plena crisis existencial. Estudió música para tocar y cantar las canciones de Barry Brown. Sueña con conocerlo, pero sus miedos e inse...