Capítulo 8

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"Nuevos caminos"

Nada más pasar la puerta, y cerrarla tras de mí, dejo caer la mochila, que ha estado mortificando mi hombro derecho, al suelo y me lanzo a la blanca y blanda cama que contiene la habitación que la secretaria de Montiel, Juliana, a apartado para mí. Las suaves sabanas me hacen suspirar y cerrar los ojos con deleite. Estoy jodidamente agotada, y no es para menos considerando todo el revuelo que he vivido esa misma noche... aunque considerando que pasan de las tres de la mañana, debería de referirme a ella como "la noche anterior" en vez de "esa misma noche".

Bufo, no tiene sentido que me ponga a disputar sobre eso. La conclusión es la misma, solo deseo dormirme.

En estos momentos soy un peso muerto que poco a poco comienza a perder la conciencia. Los parpados se me cierran solos, mi respiración se vuelve lenta y mi cuerpo se relaja, estoy súper cómoda y dispuesta perder en el país de nunca jamás un buen rato. Muchas horas de recompensa, nada mejor.

Sin embargo, quien sea el que ha decidido llamarme al móvil no parece pensar lo mismo. Estoy cansada, abrumada y descubro que también muy susceptible, pues rápidamente me siento extremadamente irritada. Y ese sentimiento no disminuye cuando veo en la pantalla del aparato quien es. Supongo que mi subconsciente se lo esperaba y por eso me he puesto así de malhumorada. Pienso en colgar y ponerlo en silencio para volver a mi acción previa –dormir–, pero después estaría enojada y me ganaría uno de esos extensos monólogos suyo que me irritan aún más.

—Montiel, que desagradable es saber de ti—. Saludo, una vez descolgada la llamada.

—No te preocupes, para tú buena suerte, no me tomara más de un par de minutos decírtelo que tengo para decirte—. Sonrió con desgano.

—Podré decir que tengo buena suerte solo cuando no sepa nunca más de ti—. Acoto, y pasa mi comentario por alto.

—Lo hiciste bien, algunos que otros errores por lo que me ha contado Allan, pero has manejado muy bien todo esto, C.J., igual que siempre—. Me remuevo incomoda ante lo que puedo notar en su voz, el orgullo que parece le...provoco, me hace estremecer y aplanar los labios. Parece darse cuenta de que ha dicho algo incorrecto, porque se apresura a hablarme nuevamente con tono neutral—. Ahora, necesito el informe por escrito lo más pronto posible, antes del lunes—. Y cuelga.

Apago el móvil, lo dejo en la mesita al lado de la cama y me quedo mirando al techo un buen rato. El cansancio y el sueño se han dispersado, el insomnio se abre paso y me mantiene alrededor de una hora despierta. Siempre encuentra la manera para desquiciarme.

 Siempre encuentra la manera para desquiciarme

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—Quiero poder ser como tú cuando grande—. Una chillona y melosa voz hace eco por todos lados, pero la habitación esta tan a oscuras que me es imposible distinguir algo. Sin embargo, una pizca de un sentimiento lleno de familiaridad se instaura en mi garganta, cerrándola por completo y paralizándome en mi lugar. Parece un deja-vu, pero no puedo recordar porque específicamente.

Destinada A Matar [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora