Capítulo 6

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"Aprueba de balas"

Soy muy buena muchas cosas, así mismo se amplía mi conocimiento sobre diversos temas, mi trabajo me obliga a ser así, conocer materias que abarcan desde computación hasta armas, defensa personal y los diversos dialectos a lo largo de la historia, con el propósito de que sea más fácil la traducción de mensajes codificados. Lo sé, puede que esta parte no resulte tan divertida como la parte práctica, pero es un área que se hace esencial conocer, por mi propia seguridad y, por sobre todo, rendir de manera eficiente en ACH. Que por más triste que resulte, es lo único que tengo en mi vida que me trasmite algo, y distrae de cualquier cosa en que mi cabeza pueda querer pensar.

Soy consciente que me la paso quejándome de Montiel y del hecho que no me da ni un respiro con tanto trabajo, pero una parte muy adentro de mí, se lo agradece, misma parte que jamás sería lo suficientemente patética y estúpida para confesarlo, porque es debido a esa misma mujer que mi vida no ha sido precisamente un cuento de hadas. Yace allí la razón porque la odio tanto, o al menos una de tantas.

Y seguramente se preguntaran: ¿cuál es el punto de decir todo esto?

Aquí está la respuesta; sí bien, yo C.J. soy buena en muchas cosas, como ya dije al inicio de esta larga introducción, soy mala en muchas otras, y una de ellas son los deportes. Cosa que resulta irónica, como todo en mi vida, considerando el hecho de que mi trabajo, como ya también expuse, me obliga a ser tremendamente ágil, veloz y con una buena puntería.

No obstante, en estos precisos momentos, mientras me encontraba jugando al Tenis, y con un registro de caídas sobre 10 en la hora que llevábamos, parecía tener el equilibrio de una cría de diez meses. Mi equilibrio está más perdido que travesti en ginecólogo, y al parecer me había escuchado.

"Aquí va la caída número once".

— Sigo siendo un asco, ¿no es así? —. Cuestiono a mi pareja, cuando su rostro aparece en mi campo de visión. Me dedica una de sus encantadoras sonrisas al igual que me tiende una mano para ayudarme a levantarme.

—El lado bueno, es que sigues viéndote absolutamente sensual en ese traje—. Responde con coquetería, una vez me ha ayudado a colocarme en pie.

—Claro, porque ese resulta ser un gran consuelo—. Objeto irónica.

—Ver tus lindas y largas piernas, sería el premio de consolación perfecto, considerando que es gracias a ti que estoy perdiendo—. El brillo en sus ojos me indica que bromea.

—Resulta que el premio si ganábamos era mucho más que una vista, pero para cómo van las cosas es más que evidente que eso no se va a dar—. Y resulta que Justin es lo suficientemente listo, o pervertido, más de ese segundo adjetivo, para entender a lo que me refiero. Me repasa una vez más de pies a cabeza, su acción no me molesta en lo más mínimo, de echo me entretiene. Llevo uno de esos trajes cortos que usan las tenistas, que más bien parece un pijama blanco, pero una muy sensual, debo agregar.

—Bueno, resulta que no vamos tan mal—. Repone, haciéndome reír divertida.

—Para nada, ellos llevan dos set, casi tres, y nosotros apenas tres juegos, de hecho estamos a nada de ganar—. Ironizo, mientras aprovecho para rehacerme la coleta de cabello, y con los dedos trato de quedar aceptablemente peinada.

—Veo que aprendiste los conceptos—. Comenta, mientras a parta el mechón que me ha quedado fuera, demostrándome que para nada me ha salido bien el intento de arreglo.

—Que te digo, soy de rápido aprendizaje.

— ¿Se van a quedar todo el rato ahí? —. La voz de Anastacia, alias "la novia de la presa", nos hace girar la cabeza con dirección al otro lado del campo, a su lado Erick se encuentra botando la pelota contra el piso—. Rápido, chicos, que no nos falta nada para ganarles. ¡Estoy deseando esas bebidas gratis!

Destinada A Matar [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora