Capítulo 25

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"Visitas inesperadas"

Resulta doblemente encantador levantarse, por segunda día consecutiva, con dolor de cabeza y de cuello, y más aún cuando el sol te da directo en la cara. Por lo menos esta vez no fue mi culpa. Al menos no directamente.

Me incorporo y trato de recordar que fue lo que sucedió, pero mis recuerdos son bastante difusos, o al menos lo son hasta que observo la carpa frente a mí.

¿Carpa?

Acampada... estrellas... Erick... pinchazo...

Mierda, mierda, mierda.

Joder...

No se tiene que ser demasiado inteligente para saber que ha pasada, y esta vez puedo asegurar que no es la parte paranoica de mi cabeza hablando. Nos han hecho una emboscada, misma para la que no estaba preparada en lo más mínimo por mi idea de tener un día "relajado".

Intento levantarme pero noto, por primera vez, un peso sobre mis muslos. Descubro la cabellera de Erick colocada sobre ellos. Comienzo a zarandearlo, y al ver que comienza a moverse, lo hago a un lado para colocarme en pie. A paso torpe comienzo a caminar hacía la carpa y adentro medio cuerpo en ella.

—Maldición, maldición, maldición—. La desesperación y la rabia aturden mi cabeza, y comienzo a proclamar improperios en todos los idiomas que conozco.

— ¿Qué sucede? —. Escucho que pregunta Erick, un poco adormilado todavía, en cuanto me acerco a él.

—Tú, levántate y busca a tu hermana en la casa. Hazlo. Lo más rápido que puedas—. Parece confundido en primera instancia—. Mierda, Erick, apresúrate—. Lo tomo de la camisa y jalo hacía atrás para ayudarle a levantar. Se queda quieto en el puesto y comienzo a desesperarme más de lo que ya estoy. Trato de calmarme recordando que ha estado sedado por aproximadamente ocho horas, pero mi faceta ansiosa no ayuda de mucho—. ¡Busca a tu hermana! ¡Ahora!

— ¿Por qué la buscas? ¿Qué ha pasado?—. Su rostro sigue estando lleno de confusión—. ¿Qué ha pasado? Paula—. Insiste, con el ceño fruncido, al ver que no respondo. Habla de forma torpe y un tanto perdida. Lo que sea que nos hayan inyectado en definitiva estaba fuerte.

Vuelvo a la carpa y remuevo las sabanas, esperando que la niña salga de la nada o algo por el estilo, pero al final termina sin aparecer nadie. Un objeto cae de entre una de las colchas y me agacho para agarrarlo. Un hermoso relicario en forma de corazón de color plata, bastante fino, es lo que sostengo entre mis dedos. Lo más seguro es que sea lo que buscaba, pero la verdad, es que aunque lo sea o no, eso resulta ser lo último que me preocupa en aquellos momentos.

Irónico.

— ¿Qué ha pasado, Paula? —. Me intercepta en cuanto salgo, aferrándose a mis hombros.

— ¿Es de ella? —. Cuestiono, mostrando el objeto. Su ceño se frunce más, si es que es posible, y asiente desconcertado—. Enserio necesito que mires si está en la casa—. Repito con firmeza y recalcando cada palabra. Erick comienza a correr a la casa, supongo que entendiendo que hablo enserio, mientras yo me quedo en el patio revisando nuestro entorno. No encuentro nada que pueda indicarme quien ha sido.

Corrección; no hay nada que indique que ha sido quien creo.

—No la encuentro—. Es lo primero que dice cuando ambos coincidimos al lado de la piscina— ¿Qué es lo que ocurre? Dime, Paula—. Pide, al ver que me quedo callada. Comienzo a dar vueltas en el puesto inquieta y tratando de pensar en algo.

— ¿Traes las llaves del auto? —. Cuestiono, al tiempo en que comienzo a dirigirme hacía la vereda. No sé cómo empezar a contarle todo, entre más lo retrase mejor para mí, aunque también sé que es contraproducente porque entre más me demore peor será el estallido de furia ante la verdad.

Destinada A Matar [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora