Capítulo 13

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Nota: Al final del capítulo hay una escena +18 que bien pueden saltarse.

"Un Secreto por un secreto"

El silencio es lo único que se escucha, sé que esa afirmación podría ponerse en duda por todo eso que dicen que el silencio no se puede escuchar porque este es la ausencia del sonido, pero eso no es lo que vinimos a debatir aquí.

El tema es que incluso diez minutos después de haber dado una respuesta afirmativa ante lo de la charla, Erick no parece muy dispuesto o empeñado en hablar. Al principio pensé que solo estaba sorprendido de que le dijera que sí, pero tanto tiempo después he comenzado a preguntarme si es que en verdad le interesa "charlar" o solo lo hacía por joder, esa opción iría más de acuerdo a la primera impresión que tuve de él.

Al principio si me reprendí yo sola por haber aceptado, pero conforme pasaron los minutos y fui analizando la situación, me di cuenta de que si aceptaba podría mantenerme más en está habitación y revisar de manera disimulada, ya que es la última habitación que me falta. Agregando a eso, el hecho de que tal vez consiga que Erick confié en mi con eso de generar lazos y contarse secretos.

Al final de cuentas necesito que mi querida presa confíe en mí.

Ya saben, por eso que dicen que la confianza es la base de todo.

—Se supone que en las fiestas; el anfitrión o festejado debería de estar feliz y no hundiéndose en su miseria, en una habitación a oscuras y solitaria—. Rompo el silencio con un comentario con un toque de sarcasmo.

—Me gusta romper algunas reglas, ¿qué te puedo decir? —. El tono usual que usa –entre divertido y relajado– no está del todo presente en su timbre de voz.

— ¿Qué es lo que te trae mal? —. Me arriesgo a preguntar.

—Muchas cosas—. Su respuesta es vaga al igual que lo es la forma en que me mira.

— ¿Y piensas decir alguna o prefieres que toquemos otra canción triste y miserable, cara de ángel? —. Indaga, sonando como quiero, amigable y despreocupada.

— ¿Cara de ángel? —. Vacila al decirlo, luego hace una mueca. Niega suave con la cabeza—. No tengo nada de ángel, Pau—. Me encojo de hombros.

— ¿Ah, no? Pues para mí tienes toda la pinta de eso, no solo por tu lindo rostro—. Indico, concentrando mi vista en las teclas del piano.

—En verdad, no soy ningún chico bueno—. Reafirma, con convicción.

— ¿Por qué lo crees? —. Indago curiosa, él abre la boca dudando un poco.

—No me gusta hablar mucho sobre eso—. Murmura bajando la mirada, pero antes de perder sus ojos color esmeralda de vista, un brillo de vergüenza y melancolía se afianza en su mirada.

—Hace no mucho me dijiste que podía confiar en ti, y hoy te digo lo mismo. Erick, puedes confiar en mí para lo que sea—. Suspiro—, y sé que la confianza es mutua por eso, si lo que te preocupa es que no soy capaz de guardarte el secreto, puedo contarte algo mío y así estamos igual. Ya sabes, algo que puedas usar de chantaje—. Eso lo digo varias octavas más abajo y con una aire divertido.

— ¿No estamos muy grandes para eso de intercambiar secretos? —. Bromea, sonriendo de forma ligera.

—Nadie tiene porque enterarse—. Susurro como si de un secreto se tratase. Le guiño un ojo con diversión y él me dedica una sonrisa que desaparece al instante.

Nos observamos, él me detalla unos segundos y luego suspira, abre la boca y yo canto victoria. No obstante, contrario a lo que creía, se queda callado una vez más, por lo que me veo en la obligación de insistir.

Destinada A Matar [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora