Capítulo 28

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"Misión: Rescate"

— ¿De qué está hablando? —. Sandra es la primera en intervenir luego de extensos minutos de silencio.

—Algo sin importancia—. Miento, al tiempo en que comienzo a caminar hacia donde el rubio se encuentra. Le dedico una sonrisa súper forzada antes de estirar mi mano para ir al encuentro de mi teléfono. No pone demasiada resistencia para soltarlo así que pronto estoy guardando el aparato en mi bolsillo trasero, pero no me aparto de él. De hecho mi mirada no podría estar más fija aunque quisiera—. Erick...—. Musito, buscando las palabras correctas para hacer lo siguiente—. Que sea la última vez que revisas mis cosas—. Advierto con tono que resulta firme y bastante serio—. Porque te aseguro que no te gustara que deje de ser comprensiva contigo, ¿de acuerdo, cariño? —. No dice nada, no digo nada más, me giro sobre mis talones y los observo a todos—. ¿Qué esperan? A prepararse, ¡Es hora de largarnos! —. Todos comienzan a hacer caso a la orden y se dispersan, pero no dejo de sentirme extraña.

Desde el otro lado de la habitación Carla me observa y sonríe, hace un asentimiento pareciendo complacida, antes de desaparecer fuera de la habitación, mientras que yo decido que lo mejor que puedo hacer es salir de la casa por algo de aire.

Suelto el aire que había estado conteniendo y rememoro lo que ha ocurrido adentro. Siempre he sido una perra, es un hecho, pero esta vez se sintió muchísimo más impostado que de costumbre, y me costó en verdad amenazar a Erick de aquella forma; como si no me importara, cuando esa es la única cosa que...

— ¿Qué ha pasado allá adentro? —. Trato ignorándolo pero no funciona, de hecho se detiene justo frente a mí con expresión seria—. ¿Qué es lo que ha pasado con Justin?

— ¿Y a ti que más te da, Javier? —. Desviar preguntas es mi especialidad.

—Me importa porque son mis amigos.

— ¿No te han dicho que jamás relaciones amistades con trabajo? Según tengo entendido solo tenías que cuidar de que nada les pasara—. Sueno elocuente y mordaz—, pero ni eso has hecho bien, ¿no?

— ¿Esa es tu forma de afrontar los problemas? ¿Usando el sarcasmo como arma? Estamos hablando de algo que conlleva vida o muerte...

—Oh créeme, yo sé mucho de eso. Más exactamente de arrebatar vidas—. En el momento exacto en que la mirada del oficial se endurece, doy pasos hacia atrás, pero nada me previene de lo que pasa a continuación. Sus manos se aferren a mis hombros y, ejerciendo bastante fuerza, hace que me estrelle contra la pared. Quiero quejarme, porque me he dado en la cabeza, pero me limito a fruncir el ceño.

—Estoy. Cansado. De. Tus. Jodidos. Juegos—. Habla entre dientes. Un poco confusa todavía lo único que hago es quedarme callada y sostenerle la mirada—. Dímelo, ¿qué sucede con Justin?

—Puedo o no puede que sea parte del problema—. Mis manos se van hacía las suyas y las aparto de mi cuerpo con brusquedad. Luego lo empujo con fuerza del pecho para que se aleje, conteniéndome para no reventarle algo en la cabeza por basto.

— ¿Puede? ¿No estás segura? —. Me encojo de hombros—. ¿Qué te hace dudar de él para ser precisos? —. Guardo silencio, pero al ver que la determinación está impresa en su expresión, me resigno un poco y decido contarle.

—Había una nota en mi departamento, ponía el mote por el que más me llamaba, al principio lo tome como coincidencia, pero para estar segura decidí llamarlo. Desde mi móvil, luego desde el de Erick, en ninguno de los dos casos contesto, también deje un motón de mensajes, pero ni siquiera le llegan—. Me detengo para ver su expresión, incredulidad pura—. En el avión recibí una llamada desde su número, pero contrario a lo que esperaba, no fue él quien llamaba.

Destinada A Matar [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora