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Odio esto, Eliot es un verdadero idiota en verdad. ¿Por qué hace esto?

Es que no comprendo cómo pudo llegar hasta aquí, yo no le di mi dirección para empezar. 

Además, no comprendo por qué llegó llamándome amor. ¿Qué se ha creído?

Ruggero está muy callado desde que Eliot hizo acto de presencia. Son muchas cosas las que pasaron, y sé que no quiere opinar al respecto.

Pero es que dudo mucho que podamos seguir así.

Hace días que ninguno hace o dice algo. Somos tan idiotas en verdad.

Suspiro con pesadez y veo a Giovanna sentarse frente a mí con una enorme sonrisa en el rostro. Al menos a ella le va bien.

— ¿Por qué tan desanimada? —musita borrando su sonrisa.— ¿Qué te pasa?

— No es nada. —suspiro.— Es solo que, anoche dormí en la habitación de Matt. Ya sabes, mientras él vuelve su habitación está vacía y...

— ¿Pasó algo con Ruggero?

— Si, no quiere hablar conmigo. —susurro.— Dice que se siente mal por estar obligándome a hacer esto mientras mi novio espera en México por mi.

— ¿Tu novio?

Asiento y bajo la mirada a mis dedos. Eliot no es mi novio, pero es que Ruggero piensa que es así. Y tampoco es como si pretendo hacer algo para que cambie de opinión.

Es solo que me molesta que esté siendo tan callado. Se supone que volvemos a ser amigos, no tiene derecho de reclamarme. Ni siquiera sé cuál es la razón por la cual estoy molesta.

— No me gusta que esté tan callado, tampoco me gusta que Eliot haya venido. ¡Y que me llame amor!

— ¿Qué onda con ese tipo? ¿Es o no es tu novio?

— No. —suspiro tomando mi rostro entre mis manos.— Solo nos besamos, y cenamos juntos muchas veces.

— Ay, Karol. ¿Qué va a pensar Ruggero?

— Lo que piense no me interesa. Me molesta que esté molesto.

Ella se ríe pero esa misma risa se detiene cuando vemos a Leonardo y Antonella entrar a la sala. No me dijeron que vendrían en sábado.

Confundida me levanto a saludarlos y beso la mejilla de cada uno. Pero al ver sus caras puedo ver que algo malo sucede.

— ¿Pasó algo? —musito confundida. Ellas asienten.— ¿Es con Ruggero?

— Si, Karol. —dice Leo.— Venimos a llevarlo al hotel.

— ¿Eh?

Anto toma mis manos y deposita un beso en estas antes de agradecerme por todo lo que he hecho estos días. Asegura que está feliz por mi, y que desea que todo en mi vida siga yendo tan bien como hasta ahora.

No entiendo nada, pero en cuanto Leo sube por él sé que las cosas vuelven a ir de una manera sumamente extraña. Es que no entiendo nada.

Quiero pedir una explicación pero tampoco pretendo que crean que me importa más de lo necesario. Si se quiere ir que se vaya.

— Claro que eres bienvenida a visitarlo cuando quieras. —dice Anto.— Y no te sientas mal, no es algo personal, es solo que Ruggero no quiere sentirse así.

— ¿Sentirse cómo?

Ella suspira, niega y se acerca a las escaleras cuando ve que sus hijos bajan. Y en cuanto toma las maletas del italiano, vuelve a abrazarme con efusividad.

Mexican Girl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora