Extra

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Bulla... Hay mucha bulla ahí abajo. No debería haber bulla si se supone que es sábado.

Nadie hace bulla un sábado tan temprano. Porque apenas son las... ¿Qué hora es?

Frustrada me retiro las sabanas de la cara y me siento en la cama para poder observar a mi alrededor.

Las cortinas ya están corridas, la ropa del suelo levantada y la puerta del baño levemente abierta. Ruggero ya bajó.

—¡Mami!

La puerta se abre y tengo que cubrirme con la sábana mientras me apoyo contra el respaldo de la cama. Sonrío.

—Buenos días, mamita bonita. —saluda Robertito causando mi risa.— Mi papi dice que revise si estás despierta. Y si lo estás.

—¿Y qué más?

Se enoje de hombros sin dejar de mirarme, me río sin entender mientras él camina hacia la puerta y se va sin más.

¿Okey?

Abandono la cama antes de tener otra visita inesperada y voy directo a bañarme.

Media hora después, estoy terminando de arreglar la cama cuando la puerta se abre y mi marido ingresa a la habitación.

Sonrío sin entender nada de lo que sucede mientras llevo mis manos a mi espalda.

—Buen día, chaneque.

—Buen día, Roberto. —suelto una risita.— ¿Qué fue esa visita de Robertito hace poco? ¿Y mis niños cómo están? ¿Aarón?

—Los gemelos, dormidos. Robertito viendo televisión y Aarón está practicando para su examen. —enumera.— ¿Vamos?

—¿A dónde?

Tomo su mano extendida hacia mí aún sin entender lo que está pasando. Él besa mi mano y asegura que será divertido.

Y creo que lo sé. Pero aún así, entiendo poco todo esto.

Bajamos a la sala en dónde mi hijo está viendo televisión, le sonrío y él me lanza un beso antes de volver a centrar su atención en la pantalla.

Me detengo cuando veo que mi marido toma las llaves del auto.

¿Pero a dónde vamos?

—Agustín está aquí. —me dice antes de que yo pregunte.— Y Maxi, por supuesto.

—¿Por qué ellos están aquí? ¿Qué pasa?

—Nada interesante. Tú marido quiere ser amoroso contigo, es todo. —me dice Agustín saliendo de la cocina.

Sonrío extendiendo mis brazos hacia él.

Nos unimos en un abrazo y le susurro que le he extrañado antes de alejarme y llevar mis manos a mi espalda.

Que mi marido quiera que tengamos una cita me suena a algo poco común últimamente.

Y es que, hemos estado teniendo momentos difíciles con él nacimiento de los gemelos y el crecimiento de los más grandes.

Tenemos muy pocos momentos a solas. Y los roces se han vuelto frecuentes.

Pero creo que al final, ambos nos acostumbramos.

Creí que estaba todo en orden. Hoy me doy cuenta de que no.

Ruggero no es de dar sorpresas tan de repente, sé que mi marido está consciente de que algo anda mal con nosotros, y he ahí.

—Pero ya váyanse.

Maxi sale de no sé dónde y tengo que sonreír cuando veo que tiene a mi pequeñita en brazos.

Mexican Girl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora