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Yo solo quiero seguir en mi cómoda camita y no ver a mi madre. Pero es que Agustín se encargó de avisarle que estamos en México y ella quiere hablar conmigo.

Sigo aferrada a la almohada de Ruggero fingiendo estar dormida mientras escucho la voz de Martina quejándose porque lleva media hora insistiendo. El italiano sólo le pide que entienda que voy a salirme con la mía y no vuelvo a escuchar más.

Conozco a mamá. O bueno, creía conocerla hasta hace un tiempo.

Me hace mucho daño, su actitud es la de una persona que cualquiera odiaría, no la de una madre. Por eso mismo no quiero moverme de aquí.

Ya no quiero seguir creando conflictos con ella. Por eso mismo le dije a Agustín que le diera la carpeta que Agathe me dejó.

Él contacto con mi madre será limitado por mi propio bienestar. Sobre todo ahora que estoy más sensible que nunca.

—De nuevo lo siento. —dice Ruggero y luego escucho una puerta cerrarse.— No puedo creer que hicieras eso. Ya sé que estás despierta así que no finjas conmigo.

—Cállate.

—Tu madre quiere llevarse a Aarón a dar un paseo antes de la boda.

—Que se lleve sus ganas de molestarme. —me levanto de inmediato.— ¿En dónde está el niño?

Ruggero señala la cama a nuestro lado en donde el pequeño duerme tranquilamente. Sonrío y me pongo de pie para besar su pequeña frente.

Ahora que estamos en México, en la casa que Amiel le quitó a mi madre pero que era mía por herencia y decisión de papá y mis abuelos, pedí que armaran una pequeña cama para Aarón aquí.

Voy directo hacia el baño cumpliendo con toda mi rutina diaria. Apenas salgo de la ducha envuelvo mi cabello en una toalla y mi cuerpo en otra antes de salir.

Ruggero está sentado frente al televisor cambiando de canal desinteresado. Aunque cuando dejó caer la toalla parece estar interesado en algo más.

Me río y niego cuando relame sus labios. Que no piense que habrá reconciliación.

Por ahora no.

—¿A dónde vas? —musito divertida cuando se pone de pie.

—A bañarme. —dice obvio.

Me río buscando mi ropa interior y cuando termino de vestirme con un cómodo pijama para estar todo el día sin hacer nada mientras esperamos a que sea la hora de irnos a la boda.

Comienzo a quedarme dormido de nuevo cuando Ruggero sale, ni siquiera lo miro, solo me acomodo y suspiro. Quiero dormir todo el maldito día.

—¿Por qué tienes todo un mural dedicado a tu ex? —pregunta desde el armario.— Oh mira, realmente Aarón es idéntico.

—Sabes que siempre amaré a Manuel y jamás te lo he ocultado. —susurro adormilada.— Lo nuestro fue malditamente especial. Y aunque haya dejado de amarlo como hombre cuando te conocí, lo amo igual.

—Lo sé. —se limita a responder.— No me molesta.

—Sabes que no.

Al no obtener respuesta de su parte me decido a dormir cuanto pueda. Estoy cansada.

Y ni siquiera sé por qué.

—¡Mami!

—Ay, hijo de Dios. —lloriqueo tocando mi estómago.— No saltes así, Aarón.

—¿No?

Aún adormilada niego y abro un solo ojo para comprobar que está haciendo un puchero y como todo niño mimado corre a buscar a Ruggero. El italiano sólo murmura algo como; Está en sus días, ignórala.

Mexican Girl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora