capítulo 8. Una terrible segunda cita.

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El sol se colaba en mi ventana con una gran fuerza. Me senté en la cama y observé a mi alrededor, rascando mi cabeza y bostezando.

El reloj marcaba las 12:32 del mediodía, lo que significa que dormí demasiado.

Caminé hacia el baño y solté un pequeño gruñido al ver todo mi maquillaje salido de su lugar.

Me di una ducha lo más rápido que pude, y luego bajé las escaleras con pasos lentos para lograr tomar un poco de agua, ya que mi garganta se encontraba excesivamente seca.

—Hola. —murmuré al ver a mamá cenando con un hombre de pelo largo negro.

—Chloe, él es Alan. —mamá señaló a ese señor, y sonrió nerviosa.

—Sí, en realidad no me importa. —me encogí de hombros.

—Lo siento, ella es mi hija de la cual te hablé. —mamá me envía miles de miradas asesinas mientras charla con Alan.

—Sí, te habló de mí seguramente. Soy Chloe, la hija menos preferida y más odiada. Soy como... la oveja negra y desgraciada. —sonreí con falsedad, mientras estrechaba la mano del hombre.

—Un gusto. —me observó con muchísima atención.

—Rosemary te dejó algo de comida, aunque no creo que te haga falta. —murmura mi madre, observando mi cuerpo de reojo.

Le doy un fuerte azote a la puerta de la nevera, mientras siento como un nudo se instala en mi estómago.

Asiento con mi cabeza evitando la sensación de mis ojos cristalizados y me acerco a mi madre.

—Alan, ten cuidado. Es una puta loba disfrazada de oveja. —murmuré muy cerca del oído de ella, para que logre oírme.

Comencé a subir las escaleras ignorando los gritos de mi madre, y cerré la puerta de mi habitación de un fuerte golpe con la esperanza de que sus quejidos terminen de una vez por todas.

Me acerco hacia el espejo que hay frente a mi cama, y me detengo para observarme atentamente en él. Levanto levemente mi blusa, y observo detalladamente mi cuerpo, acariciando mi abdomen con la llema de mis dedos.

¿Cuánto debía estar pasando? De seguro mucho, estaba comiendo demasiado últimamente.

Desvío mi vista al oír mi teléfono, y me acerco hacia él para atender la llamada entrante que tenía.

—Jordan. —saludé.

Mira por tu ventana.

Me acerco hacia mi balcón, y busco con mirada algo que me llame la atención.
Y entonces, sonreí levemente al ver a JJ esperando fuera de su vehículo, con su teléfono en su oído.

¿Qué pasa? —pregunté fingiendo una voz animada.

—Iremos a la playa, allí estará Aless y Shelby.

No estoy de ánimos para salir hoy. Dile a Aless que lo siento.—negué, cruzandome de brazos sobre el barajandal de mi balcón.

Oh, pobre Alessandro. —fingió una vos desconsolada. —No puedes hacerle esto al pobre sexy italiano que te quitará la virginidad. Esta es tu oportunidad de pedir disculpas por haber huido ayer.

Mierda, tenía razón. Me quedé un minuto en silencio.

—¿Solo será un momento? —pregunté mordiendo mis uñas.

Y te traeré sana y salva. Lo prometo. —observa directamente hacia mí balcón, en donde me encontraba yo.

—Solo un momento. —asentí, y advertí.

Tenemos Un Trato. [Completada]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora