Capítulo 14: "Es cómo estar en el cielo"

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Viernes, ¡por fin vienes!

Mis pies se sacudían de un lado al otro, mientras tomaba mi café vegano. Sonreí al ver a Chelsea con su nuevo uniforme para su nuevo colegio.

—Luces preciosa. —sonreí y utilicé lenguaje de señas. —Verás que harás muchos amigos. —me acerqué a ella y acomodé un poco su camisa blanca.

—*¿Los demás niños son como yo?*—pregunta nerviosa.

—Sí, cielo.—besé su cabeza.

Tomé mis cosas y comencé a dirigirme hacia donde esperaba mi vehículo. Me monté en él, y conduje sin apuros hasta el instituto junto a Piper. Encendí la radio y comencé a tararear las tontas canciones que sonaban por ella.

Caminando por los pasillos del instituto, sonreí al ver a Alessandro leyendo un libro, recargado sobre su casillero, y oyendo música.

Con pasos un tanto inseguros me acerqué a él y toqué su hombro con mi dedo índice.

—Hey.—acomodé mi bolso sobre mi hombro.

Él se volteó, y sonrió al verme. Se quitó los audífonos y bajo su libro.

—¿Qué tal?

—¿Qué lees?

—Es una tontería. Intento entender un texto de la clase de química.

—Oh, ¿es difícil?

—Algo. —se encogió de hombros.

—¿Quieres acompañarme a mi siguiente clase?

—Claro que si, vamos. —guardó su libro.

Algunas miradas se clavaron sobre nosotros dos cuando caminábamos por los pasillos. Nuestras manos se rozaban, enviándome miles de señales eléctricas.

Tras unos largos minutos, llegué al salón en donde se daría mi primer clase, y me volteé para quedar frente al italiano.

—Te veo en la cafetería, Clo. —sonríe, y se acerca hasta quedar cerca de mi rostro, para depositar un beso en mi mejilla, cerca de la comisura de mis labios.

《Oh, eso definitivamente nos va a dejar muy locas durante al menos... no lo sé, ¡más de un año!

Entré a mi clase con una sonrisa boba en mis labios, y me detuve en seco al ver a JJ sentando sobre la mesa, mientras pasaba un bollo de papel por el aire junto a otro chico.

Él me observó durante unos segundos, y luego volvió a lo suyo.

Tomé asiento en una de las bancas, y comencé a hacer dibujos a azar para que el tiempo pasara hasta que mi profesora llegara.

Un bollo de papel impactó contra mi cabeza, así que lo tomé, y lo lancé del otro lado del salón, muy lejos. Desinteresada.  

Pero la diversión acabó para todos en cuanto la profesora entró en la sala, y caminó hasta si escritorio.

—Señorita Katy, ¿ha calificado los trabajos que le hemos entregado la semana pesada? —preguntó una chica.

—¡Oh!, sí, están aquí. —asintió, mirando de reojo las hojas sobre su mesa. —Pero hoy no los entragaré, deben esperar a mañana. —negó. —Iré a avisarle algo al profesor de la clase frente a nosotros, será un momento, y estaré muy cerca, así que comportanse. —avisó, amenazante.

Abandonó la clase al cruzar la puerta.

—¡¿Por qué debemos esperar?! —gruñí.

—¿Quién dijo que debíamos hacerlo? —preguntó JJ.

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