capítulo 27: Despertar con un dios griego no es facil.

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No podía creer que JJ y yo nos estábamos besando de la forma en la que hacíamos. Su cuerpo acorralando el mío entre el auto y él. Bajo la lluvia, parados en la carretera desierta.

Pegué un saltito cuando accidentalmente mi mano chocó su hombro herido, haciéndolo soltar un jadeo suave de dolor.

—Lo siento... —me disculpé.

No respondió, simplemente se me quedó viendo, en completo silencio, deslizando sus manos de mi cintura hasta quitarlas de ahí por completo.

—Debemos ir a casa, así podré cambiarte el vendaje. —dije, sonriendo.

—Bien. —asiente. 

Entramos al auto con pasos lentos, y nos quedamos en silencio durante unos segundos. Muerdo mi mejilla interna nerviosa, y desvío mi vista de la suya.

¡Es ahora mismo cuando caigo en la realidad y me estrello contra las preocupaciones! ¡¿Qué hemos hecho?!

Jared comienza a conducir en silencio, mientras una de sus manos está sobre su regazo, y da pequeños golpecitos con su dedo. Sus nudillos no lucen tan mal considerando los golpes que le dio a Larry.

Observé por la ventanilla, mientras oigo como las gotas de lluvia impactan contra el suelo y el vehículo. La carretera está solitaria, y se ve decorada por algunas farolas que ayudan a evitar los accidentes y choques.

Algunos otros autos pasan por nuestro lado, y me sorprende ver que son conducidos por adolescentes ebrios. Y..., lo noto en la mala forma que conducen, en la fuerte música que suena dentro del carro, y como sus manos salen por la ventanilla con algunas botellas de bebidas alcoholica o cigarros.

Noto que llegamos a casa algunos minutos luego.

Me bajé del auto luego de haberlo dejado aparcado lejos de la entrada de casa, así mi madre no sospechaba nada si llegaba a verlo.

Subí las escaleras en silencio, con JJ siguiendo mis pasos silenciosamente. Cierro la puerta de mi habitación a mis espaldas, y me quité los zapatos.

—Quítate la ropa. —le ordeno.

—Más despacio. —murmura.

Camino al baño, y me quito el vestido para poder tomar una toalla y secarme un poco. Me coloco mi pijama y luego le lanzo otra toalla a Jordan, para que se seque. Observo con atención como seca su cuerpo soltando algunos quejidos.

—Déjame ver tu hombro. —me acerqué a él, un poco nerviosa.

Hice que sentara en mi cama, así que me coloqué frente a él y me senté sobre mis propias piernas para tener algo más de altura.

Le desabotoné la camisa con cuidado, y se la quité. Me deshice de la venda con cuidado, y no pude evitar sentirme preocupada al ver los moretones que habían sobre su golpe.

—¿Es que ahora eres médico? —preguntó, irónico.

Sonreí inocentemente cuando le di un leve apretón a su golpe, haciendo que Jordan suelte un quejido.

Lo ignoré, y comencé a rodear su golpe con una venda nueva y libre del agua de la lluvia. Sonreí satisfecha al ver mi increíble trabajo.

Luego tomé su mano para limpiar el pequeño corte que había sobre su nudillo. Le presté atención a su anillo, que estaba algo deforme.

—Arruinaste uno de tus mejores anillos sólo por mi, ¿debería sentirme importante? —me reí.

—No lo sé, supongo.

—No era necesario golpearlo, podíamos habernos ido y ya. —tuerzo mis labios.

—Las cosas pacíficas no arreglan nada. —se encogió de hombros.

Tenemos Un Trato. [Completada]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora