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Muneshige observaba a la nada. Jamás había contado su historia en voz alta. Le costaba procesar el horror que representaba su vida ahora que había decidido revivirlo.

-- En medio de aquel alboroto logré escapar. No quería creer en la declaración de mi madre así que al pasar los años puse todas mis fuerzas en encontrarla, encontrar a las hermanas. Sin embargo la maldición se cumplió. Varias veces nos cruzamos al pasar de los años, el sufrimiento en ambos no tenía límites, así que prometimos no buscarnos nunca más.

-- Algunas veces a lo largo de los años he sentido su presencia, como si estuviéramos cercanos a encontrarnos...

Muneshige parecía desolado como si estuviera a punto de echarse a llorar como un niño lamentando su cruel destino. Consiguió serenarse y prosiguió.

-- Luego de resignarme y perder la esperanza para siempre me dedique a buscar un propósito para mi inmortalidad.

// -- A menudo, me unía como guerrero al servicio de grandes señores. Siempre ocultando mi identidad y fingiendo mi muerte en alguna batalla pasado el tiempo antes que alguien notara que, por alguna razón, no envejecía. Mi chakra, al igual que mis poderes quedaron sellados para siempre así que no soy capaz de usar ningún tipo de arte ninja. Sin embargo, valiéndome de mi capacidad  curativa y mi propio esfuerzo físico logré aprender diferentes tipos de combate y a luchar con armamentos, la energía que fluye dentro de mi se ha ido cultivando con el paso de los años aunque muy escasa. Es como si alguna fuerza invisible la drenara. Mis habilidades dependen por completo de mi propia fuerza física, tal y como cualquier persona común de este mundo.

-- Pasaron los años y me encontraba cansado de las guerras entre las naciones ninjas por lo que decidí refugiarme en el País del Hierro. Por años mantuve un perfil bajo en ese país; vivía aislado en el lugar más remoto y frío, allá donde pocas personas llegaban. Recientemente en uno de mis viajes a la aldea de los samuráis para buscar suministros, descubrí que el país sería la sede de la reunión de los Cinco Kages de las grandes naciones. Un antiguo anhelo nació dentro de mi, había perdido la noción del tiempo y sentí como nunca la curiosidad por ver como habían evolucionado los ninjas en esta nueva era. Había estado en soledad por más de doscientos años, no pensé que volvería a sentir dentro de mi una motivación para salir de mi escondrijo. Pero así fue.

-- La Cuarta Gran Guerra Shinobi fue declarada. Fue una gran sorpresa ver que por primera vez el mundo Shinobi se había unido para enfrentar a un mal común. No sería una guerra para matarse los unos a los otros por ambición o poder, esta vez sería para proteger toda vida, no pude contenerme. Subyugado por mi curiosidad me puse al servicio del líder de los samuráis Mifune, era la primera vez que los habitantes del País del Hierro se unirían a una batalla.

-- Así que me involucre en la guerra. Tal vez una parte de mi solo quería liberar algo de la frustración contenida por todos esos años de soledad a través del asesinato. Sea como fuere, a los samuráis les correspondió ser parte de la quinta división y fue allí donde estuve. //

Todos en aquella sala quedaron absortos rememorando aquellos acontecimientos que, ciertamente, afectaron a todos los seres humanos por igual, salieron del ensueño cuando lo escucharon decir.

-- Fue al término de la Guerra cuando la vi -- Terminó la frase mirando fijamente a Tenten.

Un escalofrío recorrió las extremidades de Tenten cuando lo escucho pronunciar aquella frase. Contuvo su respiración mientras esperaba pacientemente que continuara con su relato.

-- Maldije mi destino. Había roto mi promesa y ahora nuevamente tendría que revivir el dolor de verla morir -- Dijo el hombre con el dolor inyectado en sus ojos oscuros -- Pero había cosas que no encajaban. ¿Por qué no había logrado presentir su presencia? Además, la mujer a la que había amado no era una guerrera, entonces ¿Cómo es que había participado en la Guerra? Ante todas esas preguntas solo había una manera de comprobarlas.

Dragones GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora