Marco Asensio acaba de fichar por el Real Madrid. Guapo, joven y seguro de si mismo, pero sin suerte en el amor.
Claudia vuelve a Madrid después de pasar un año lejos de casa para retomar su vida de nuevo.
Ella, la chica rebelde. La chica prohibid...
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Cogí mi bolsa y me fui de allí sonriendo. Iba de sobrao , tengo que admitirlo, pero ver como me miraba con esos ojos tan abiertos y tan nerviosa me daba esperanzas. Me gustaba Claudia y mucho, desde la primera vez que me miró.
¡Y vaya mirada!
Y luego ese cuerpo. Era una de esas chicas que se pusiera lo que se pusiera estaba preciosa. Porque era tremendamente guapa. Me preguntaba a que sabrían sus labios, seguro que a naranja, que es a lo que me olía casa vez que me acercaba a ella. Cuando anoche la llevé a casa había estado a punto de besarla, y creo que ella también lo deseaba por la forma que tenía de mirarme. Pero acababa de conocerla, y no quería asustarla.
Estaba deseando que dieran las 18,00 para verla, porque sabía que ella iría. Una parte de mi dudaba que después de lo que le había dicho fuera, creo que había sido un poco chulo, pero necesitaba ser directo con ella y que se diera cuenta que yo iba en serio y que tenía muy claro lo que quería, y era a ella.
Y yo si que moría por verla.
Llegue hasta mi coche y mi amigo Isco se acercó.
- Niño, que hacías hablando con la chica prohibida? - me preguntó con ironía.
- ¿Yo? Nada - le contesté quitándole importancia. Es mi mejor amigo pero también es la vieja del visillo. Y sé que si se entera que me gusta Claudia va a estar dando por saco. Y se enterara todo el equipo.
- ¿Nada? Si un poco más y te la comes Marco. Que te he visto tío
- Que va, tú no has visto bien
- Ja, Marquito que nos conocemos que a ti te pone la niña.
- ¿Y a quién no? Es muy mona, pero nada más. Además, seguro que su padre me mata si me acerco a ella.
- Por eso bro, por eso.
Me despedí de Isco y me fui a casa para comer y descansar. Me daba igual de quien fuera hija. Me gustaba y encima me caía bien. Se notaba que era una chica inteligente. Ya estaba harto de tantas cabezas huecas polioperadas.
Aunque sabía que con Claudia iba a tener que currármelo mucho y no me importaba.
Estaba seguro de que ella valía la pena cada puto segundo de mi vida.
