9. Agonía

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NARRADOR

Sentado sobre la cama con las rodillas dobladas, el crío pegado a su cuerpo a su lado, el joven príncipe escribe un mensaje sobre la hoja blanca.

Martes 09 de abril, el barco zarpo de Sol Saliente rumbo a Lun Gris, estén atentos ante su llegada.

Jueves 11 de abril, me encuentro en Diero y el Clan de la Penumbra se ha presentado, Kyle Labrid alfa de la manada está muerto. Los detalles se los proporcionara Karim tras su llegada.

Regresaran a Sol Saliente, cuando suceda al menos uno de ustedes deberá presentarse, sabrán que hacer.

Zia le pide al castaño cortar la hoja doblando el pedazo que incluye el mensaje, solicitando a su vez escribir el remitente tras el acto, deletreando lo siguiente: A. J. W. K.

Cercano a su cuerpo el menor duerme profundamente cumpliéndose seguidamente y tras extraños sucesos lo que soñó por años, no esperaba que los acontecimientos sucedieran de aquella manera, pero dormir acompañado al lado de un desconocido en quien va surgiendo la confianza basta para él, dormir acompañado.

Día 4, 04:15 a.m.

Posterior a un día abrumador lleno de incertidumbre, una respiración frenética es percibida por un par de oídos sensibles, con ojos cerrados y en la inconsciencia aquel sonido viaja por su sistema rememorando imágenes que lo atormentan, sonidos que viajaban hasta colarse en su habitación creando pesadillas, torturándolo su agonía. Su respiración comienza a agitarse, gritos se cuelan desde los recuerdos, gritos que lo sobresaltan y lo llevan abrir los ojos. Respirando con dificultad se percata de que aquel sonido no era producto de su imaginación, sino que proviene de alguna habitación a metros de él. Al concentrarse la reconoce, se escucha la respiración agitada de su madre, el característico aroma de sus lágrimas y su pecho se estruja.

Temeroso se centra en percibir algo más, pero nada parece estar fuera de lugar, nada, además del estado de su madre. Baja la mirada donde el pelinegro descansa, su brazo sujeto por aquello que llama férula, bajo la tela de la playera un aroma molesto. Jadeos y divagues comienzan a escucharse, el miedo se vuelve preocupante y elije a su madre. Su cálida mano se posa en la mejilla del joven, lo llama por su nombre en susurros, sabe que heridas cubren su cuerpo, no desea causarle dolor o molestia, pero la desesperación va tomando control de su cuerpo.

—Mamá -Solloza cuando observa el azul de sus ojos, lo ve ponerse en pie con prisa y sin dificultades, cuando se abre la puerta él lo sigue por detrás.

Nervioso se sobresalta cuando un desgarrador grito proviene de la habitación, su rostro con apuro se humedece, Zia por su parte se acuclilla a su lado e intentando calmarlo lo insta a ir a la habitación de la pareja de adultos mayores. Una vez se ha retirado, el joven príncipe se adentra al interior del cuarto, en su interior la pelinegra llora entre sueños.

La llama por su nombre sin tocarla no deseando asustarla, sin resultado, indeciso su mano libre viaja a la mejilla húmeda de la pelinegra, recibe un sobresalto de su parte, pero tras llamarla nuevamente finalmente sus ojos se abren, la mano de ella se posa sobre la suya sujetándola. Confuso no deja de repetir su nombre buscando alguna reacción de su parte, las lágrimas no cesan, su mirada parece perdida, pero la fría mano de ella aprieta la suya sin intenciones de soltarlo. Cuando parece reaccionar, repite.

—Está muerto, él está muerto, Kyle está muerto.

Su rostro confundido la observa.

AKEMI

Somnolienta intento mover los brazos sintiendo incomodidad, algo raspa mis muñecas sujetas impidiéndome movilidad. Intento moverme sobre la cama logrando tan solo que mis piernas rocen con la tela sobre el colchón mientras mis brazos se posicionan sobre mi cabeza, al abrir los ojos me veo atada a la cabecera por una cuerda. En lo que mi vientre sube y baja me percato en la falta de una sábana descubriéndome desnuda. Mis ojos se cierran e intento mentalizarme al comprender la situación, el llanto se instala en mi garganta, respiro de manera agitada y una lágrima se desliza al costado de mi rostro.

Al abrirse la puerta cierro los ojos tragando saliva, escuchando sus pasos, al abrirlos mi visión se vuelve borrosa. Su mano limpia la humedad en mi rostro a la par que me acaricia, por mi parte intento mantener mi mente vacía, con la vista perdida lejos de él. Mi respiración se vuelve agitada, su dedo gordo se desliza por mi labio inferior percibiendo la humedad de mis lágrimas, cuando se coloca en mi campo de visión cierro los ojos sintiendo sus labios contra los míos. Los besa con delicadeza y su lengua se hace paso en mi cavidad.

—Siempre tan hermosa.

Lloro en silencio con la mirada en el techo, mi cuerpo vibra incesante mientras de fondo se escuchan sus jadeos y en mi cuerpo su temperatura ante su tacto, lloro a la par que soy manipulada, mis manos en puño ante la impotencia. El dolor abruma cuando se vuelve brusco produciéndome gemir del dolor, provocando en su rostro una sonrisa de satisfacción. Cierro los ojos, posterior a su clímax sintiendo arcadas.

—Princesa mía -percibo su aliento contra mi rostro. —Abre los ojos.

Al hacerlo mi vista es borrosa.

—Mírate, eres preciosa -habla descendiendo su mirada a mi cuerpo, por mi parte intento enfocarme en el techo. —¿Nuevamente estás ignorándome, Akemi?

Mi boca se abre ante la sorpresa.

—Sabes que no me gusta cuando te comportas así -habla molesto, mi cuerpo gira sobre la cama elevando mi cadera.

—No -susurro, —por favor, no -niego sollozando viendo como sus manos cambian por un par de patas. —Por favor...

Mis lágrimas humedecen la tela que cubre al colchón, mi cuerpo se agita, jalo de mis brazos es un intento de desprender la cuerda que los rodea, un gruñido se escucha, sollozo suplicando una vez más. Suelto un grito de dolor cuando me penetra, mi interior arde, aún más ante sus bruscos movimientos, lloro y quejidos salen de mi garganta sintiendo como si mi piel se desgarrara en mi interior hasta sentir como líquido se resbala por mis piernas.

Mis ojos se abren ante el sobresalto de una mano en mi mejilla, mi nombre es pronunciado e intento normalizar mi respiración sujetando la mano de Zia, sollozo distinguiendo el techo de la nueva habitación, aquella donde vive la pareja de adultos mayores y me repito a mí misma.

—Está muerto, él está muerto, Kyle está muerto.

Mientras mis lágrimas empapan mi rostro sostengo la mano del ojiazul, su temperatura corporal es prueba de que no es un sueño esta realidad, pronto la mujer de arrugas se presenta olvidándome de la presencia del joven solicitando en silencio la mujer se quede, esa noche su calidez me envuelve junto a sonidos que profiere como si de un cantico se tratara. Esa noche se vuelve la primera de muchas, tormentosas donde pesadillas cobran vida, donde vividos recuerdos son dichas pesadillas, repitiéndome constantemente no existir más su presencia, aunque me visite durante las noches entre sueños.

Los días transcurren melancólicos y abrumadores donde el dolor es el ataque de todos los días, salir no puedo producto de ello acongojándome el encierro, pero la presencia de las rubias y la señora Celicia calman mi agonía, aunque sea por pequeños instantes. La mujer debe ausentarse pues trabaja en el desastre que ocasionaron los canes en su cosecha mientras la presencia del pelinegro se vuelve esporádica y rápida.

Tras días de ausencia y vacío, con días únicamente a menos durante las presencias que me acompañan soy capaz de soportar el calvario hasta su visita me alegra el día. Con su brazo ya libre de aquel objeto miro su rostro, parece más sereno y promete sacarme pronto de este cuarto, ese día impido su ausencia permaneciendo juntos con la rubia escuchando su amena voz. Cuando la señora Celicia se presenta él aún se queda a petición mía escuchando ambos la lectura. Al anochecer como se ha vuelto costumbre la mujer duerme a mi lado pese a que en ocasiones la despierte ante mis pesadillas.

Días más transcurren, pronto salimos una vez más y el campo frente a nosotros se encuentra dando frutos una vez más.

Compromiso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora