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Hora de crecer.
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– ¿Cómo les fue en clase? – preguntó la azabache, a lo que el menor de los hermanos se alzó de hombros.
– Lo típico, niños ricos que se creen superiores a los demás, definitivamente no me voy a relacionar con ellos. – dijo y siguió comiendo su cena.
– Qué mala suerte, Ryosuke. – dijo su padre.
– Te gusta molestarme, ¿Verdad? –
– ¿Cómo te fue a ti, Eri? – preguntó viendo a su hija, quien tomó su libreta y empezó a escribir.
– Bien, realmente son amables. – escribió sonriente, y sus padres soltaron un suspiro aliviados.
– Al final fue una buena decisión. – dijo Yosuke para después soltar una carcajada.
Después de esa conversación en su cena, pudieron sentir como la heterocromática tenía un aire diferente, no le tomaron mucha importancia, seguro fue por el cambio de escuela. Aunque Eri se veía más... ¿Aliviada?, Era un sentimiento extraño.
– ¿Nos podemos ir ya, Ryosuke? – escribió la chica.
– ¿No es muy temprano? – dijo terminando de comer.
– Sí, pero te recuerdo que yo tengo que subir una montaña. –
El chico asintió, ambos se levantaron, agarraron sus bolsos para empezar a caminar al colegio.
– ¡Pásenla bien! – escucharon a lo lejos.
Al llegar a la entrada la mayor fue directo al inicio de la montaña.
– Me voy, cuídate. – al terminar de leer Ryosuke sintió que Eri besaba su mejilla y corría montaña arriba.
Se quedó unos segundos viendo la figura de su hermana alejarse, dejó salir un suspiro y se puso sus audífonos empezando a caminar al edificio principal.
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