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Hora de la Confesión, Pasado y Superación.
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– ¡Muere, muere, muere, muere! –
Kayano repetía esas palabras una y otra vez. Centrándose únicamente en su objetivo.
– La que parece que morirá es ella. – murmuró cabizbajo Maehara.
– ¿Nos quedaremos como inútiles mientras Kayano se vuelve loca? – habló con desesperación el amante del béisbol.
Nakamura de un momento a otro sintió como su amiga temblaba entre sus brazos, su pecho subía y bajaba por su errática respiración mientras miraba aterrada las llamas que crecían alrededor.
– ¡Eri-chan! – exclamó ella, pero no respondía.
Dicha acción llamó la atención de cierto pelirrojo. Todos estaban centrados en salvar a su compañera de clase de la posible muerte, sin darse cuenta del estado de pánico y ansiedad que estaba sufriendo Eri. Nakamura... No sabía que hacer.
Todo esto fue hasta que su profesor, que quién sabe cómo, se comunicó con sus estudiantes mediante una copia de su rostro entre las llamas.
– ¡Chicos! – exclamó el pulpo amarillo.
– ¡Koro-sensei! –
– ¡No tengo mucho tiempo, Kayano-san es demasiado fuerte! ¡Solo pude sacar una cara para hablarles! – explicó rápidamente
– Eso es bastante práctico... –
– ¡Tenemos que hacer que detenga la batalla! ¡Puede usar su increíble poder porque no se está preocupando por su vida! ¡A este paso, su vida será consumida y morirá! ¡Pero, mientras los instintos asesinos de ella y de los tentáculos sigan sincronizados las raíces se pegarán más a sus nervios! No tenemos tiempo para convencerla poco a poco como hicimos con Itona-kun. – explicó.
– Entonces, ¿Qué hacemos? – preguntó Hayami.
– Solo nos queda una opción: Sacarlos mientras pelea. – la última oración sorprendió a más de uno. – Dejaré que me ataque mi punto débil, el corazón debajo de mi corbata. Si es destruido moriré. Si siente que me ha matado, por un momento, el instinto asesino de los tentáculos se relajará. En ese momento, alguno de ustedes debe hacer que Kayano-san suprima su instinto asesino. – explicó el plan que tenía en mente.
– ¿Cómo podríamos hacerlo?
– No importa cómo... ¡Debe ser algo que le haga olvidar el asesinato! ¡Eso es... Algo que yo no puedo hacer! Aunque intente distraerla de matar, solo lograré que se enoje más. Si logran que su instinto asesino sea suprimido... Tal vez podremos hacer que se tranquilice unos segundos y así retirar los tentáculos sin provocar mucho daño.-
