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Hora de Dejar Vivir.
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Los exámenes del segundo semestre fueron una aplastante victoria. Pero, nuestro director apareció y, escudándose en el despido de Koro-sensei, retó a nuestro profesor a una apuesta arreglada.
Mirábamos expectantes el siguiente movimiento de nuestro profesor, quien chorreaba su piel a causa del ataque anterior. Colocó uno de sus tentáculos simulando ser una mano en la portada del cuaderno puesto frente a sus ojos, y un mili segundo después, había un papel con la respuesta escrita pegada en la portada.
- Bien. ¡Abierto, resuelto y cerrado!. Recordaba qué preguntas había en cada página de estos libros para la preparación de los exámenes. El más difícil fue Matemáticas. Le presté ese libro a una alumna hace mucho tiempo. - dijo el pulpo.
- ¡Oh! - se sorprendió Yada, siendo ella tal alumna.
- ¿Y habías memorizado precisamente los libros que por pura casualidad traje? - preguntó mostrando su sorpresa el director.
- Claro que no. He memorizado todos los libros de texto de Japón. -
- Virgen santísima... ¿Y tú lo ves normal? - pensé ante lo dicho por Koro-sensei.
- ¿Qué no me podía salir del radio de impacto hasta resolverlo?. Una regla cómo esa no es problema para un profesor apasionado. Usted debería entenderme bien, pero la derrota de sus estudiantes parece haberlo confundido. - decía el profesor, colocando la respuesta en cada una de las portadas de los libros, quedando uno. - Cavó su propia tumba al proponer este asesinato simplista. El último libro... Ahora le toca. ¿Qué se siente estar cara a cara con la muerte? El gran caleidoscopio que vemos justo antes de morir... ¿Que es lo que le muestra a esa mente perfecta que tiene? -
El director... Pareció quedarse en blanco un momento.
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