🌹 ⇢ 𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 25.

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Hora de El Líder

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Hora de El Líder.

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Alguien que me explique...

¡¿Cómo llegué a esto?!

Hace literalmente unos segundos estaba tranquilamente junto a Kaede en una tienda de dulces, probando tales delicias con ella, y ahora de repente estábamos junto a Maehara, Okajima, Kataoka y Nagisa, infiltrados en un café lejos de nuestra escuela. Y yo sin saber exactamente porque me arrastraron a este lugar.

– ¡Ah, un ikemen! – exclamó en susurros Kaede.

Entraron unas señoras de mayor edad al café, siendo el ikemen, o bueno, el empleado a darles una cálida bienvenida y tomar su pedido para después retirarse.

– Nuestro líder realmente es un ikemen. – dijo Maehara.

Oh, ahora entiendo, nuestro querido líder trabajando en el lugar en el que nos encontramos.

– Quiero matarlo. – susurró Okajima rabioso.

– No, por favor, Okajima. – murmuré preocupada.

– Se están demorando bastante con esas tazas de té. – reprochó nuestro líder.

– ¿Por qué no? Estamos manteniendo tu trabajo en secreto. – dijo con cierto tono de burla Maehara.

– Sí, sí. Una extorsión, ¿Eh?. Si no dicen nada, esta ronda será por mi cuenta. – dijo Isogai, sirviendo la ronda de té.

– ¡Demasiado ikemen! – exclamamos.

Siendo un mesero, sirviendo a los demás clientes, nos impresionaba lo ikemen que era siendo caballeroso con las personas que entraban.

– ¿Isogai-kun puede ser ikemen de la ya es? – susurré apoyando mi cabeza en mi mano.

– Eri-chan... –

– Un momento, ¿Lo dije o lo pensé? – dije.

– Lo dijiste. – aclaró Kataoka.

No me quedó más que sonrojarme y maldecirme internamente por no tener control de mi boca e intentar esconderme bajo de la mesa, Isogai solo sonrió dulcemente sin tomarle mucha importancia al asunto y acarició mi cabeza, y se retiró a seguir su trabajo.

– ¡Un ikemen te acarició la cabeza, Eri! – exclamó Kaede mientras me tomaba de los hombros, tirándome de atrás para adelante.

– Ser pobre es lo único negativo que tiene. ¡Y este ikemen usa eso de ventaja! Él usa su ropa de remate tan limpia que no perece barata. – dijo Maehara.

– ¡Qué ikemen! – exclamamos las mujeres de la clase presente.

– Él me dejó comer los peces dorados que atrapó en el festival de verano, ¡Cielos, sí que sabe cocinarlos bien! – volvió a recordar Maehara.

❝𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎❞ ⸻ 𝐀𝐤𝐚𝐛𝐚𝐧𝐞 𝐊𝐚𝐫𝐦𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora