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Hora de XX.
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Sonó un disparo en la habitación, haciendo que nos sorprendiéramos.
– Como saben, esta sala es a prueba de sonido, les habré disparado a todos antes de que alguien venga a salvarlos. – hablaba el enemigo. – ¡Ustedes saben que no están preparados para matar a alguien!. Ahora salgan y sean buenos chicos, rindanse ante el jef... –
Sonó otro disparo, pero este no era del hombre. Rinka.
De repente se encendieron las luces haciendo que no pudiéramos verlo a la perfección.
– Finalmente, ¡Un trabajo en el que puedo mostrar los dientes! –
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Se escuchó una fuerte risa en la habitación, ante la luz tan potente no podíamos verlo.
– ¡Siéntanse bien hoy con mi sabrosísima arma! – disparó a un lugar que no pude ver. – Nunca olvido la posición de un enemigo una vez que disparo. Solía ser un soldado, toda experiencia me enseñó como deducir la posición de mi enemigo y la sensación de revisar mis armas por el sabor. Ahora entonces... Debería haber una arma robada más por ahí. –
– ¡Hayami-san! ¡Permanece ahí! ¡Hiciste bien en el no disparar aún Chiba-kun! ¡El enemigo aún no sabe dónde estás! Lo vigilaré y te avisaré, ¡Así que resiste hasta que sea el momento! – esa voz lo reconozco fácilmente, Koro-sensei.
– ¡Hey! ¡Deja de mirarme así desde la primera fila! – reclamó.
– ¿Un tirador experto contra estudiantes de secundaria?, Este poco de ventaja debería estar bien. Bien, ¡Kimura-kun, corre cinco asientos a la izquierda! ¡Terasaka-kun y Yoshida-kun, muévanse tres asientos hacia el otro lado! ¡Hemos logrado un punto ciego! ¡Kayano-san y Eri-chan, muévanse hacia adelante en ese agujero! ¡Karma-kun y Fuwa-san, muévanse ocho asientos a la derecha! ¡Isogai-kun, cinco asientos a la izquierda! –
