27 | NOTICIAS INESPERADAS

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ERIC

Un golpe más. 

Cubre tu rostro. Observa como mueve sus pies. Da dos pasos adelante y se posiciona en el de atrás antes de lanzar un puñetazo.

Izquierda. Esquívalo.

Respiro profundamente y con mis extremidades ardiendo y todo mi cuerpo sudado esquivo el golpe que me lanza mi contrincante. Respiro, una y otra vez, inhalo y exhalo, me concentro. El bullicio del público y los gritos de Jeffrey no se escuchan con claridad. Solamente oigo mi corazón latir en mis orejas.

Es el round ocho. ¿Por qué carajo no lo tiré a la lona todavía?

Uno. Dos. Tres golpes más. A sus costillas. Al costado de su rostro. Concéntrate cuando baja la defensa. A la nariz.

Dos golpes más.

Noto como se prepara para tirar el siguiente golpe y es como si mi cerebro funcionara en cámara lenta. Me armo en defensa para esquivarlo. Y de repente, la voz en mi cabeza me dice otra cosa.

No lo esquives. Deja que te golpee. Necesitas esto. Necesitas dejarte lastimar. Solo así ganarás.

Dejo caer mis brazos a mis costados en un acto de cansancio y entonces siento el guante de mi rival golpear contra mi pómulo, haciendo perder la estabilidad un poco hacia la izquierda y logrando arrinconarme en una esquina del ring.

- ¡Sube la puta guardia, Brennett! - escucho el grito de Jeffrey y lo miro un segundo nada más.

La busco en su lugar de siempre, sin querer. Mis ojos viajan allí, donde ella siempre se solía sentar para verme pelear. Pero no está.

Recibo otro golpe, esta vez en las costillas. La gente explota en gritos.

Uno. Dos. Tres. Cuatro golpes. 

Es tu turno. Ármate de nuevo. Arrinconalo. Sabes sus patrones. 

No dejes que te gane.

No puedes perder.

¡No puedes perder!

En un acto repentino esquivo su siguiente puñetazo dirigido hacia mi rostro, moviéndome rápidamente hacia la izquierda, y en esa pequeña ventana de oportunidad que encuentro ante su leve sorpresa, mi gancho derecho se estrella con toda la fuerza que tengo en su mandíbula. Siento que algo hacer crack y espero que haya sido su rostro y no mi mano.

Lo veo caer a la lona, por fin. Respiro con más tranquilidad cuando el referí se acuclilla a su lado y empieza con el conteo. 

Ignorando por completo la escena a mis espaldas camino hacia mi esquina y apoyo los brazos en las cuerdas cansado y con mi respiración demasiado acelerada. Siento la saliva y el sabor a metálico de la sangre acumularse en mi boca y quiero escupir, pero no puedo.

Estoy demasiado atontado y no me importa una mierda cuando el conteo termina y me anuncian ganador. 

La misma mierda de siempre. El referí levanta uno de mis brazos, el público explota, extasiado, mi equipo sube al ring para festejar conmigo la victoria, le doy un pequeño abrazo al tipo que acabo de vencer y golpear hasta casi perder al consciencia para que no queden malas energías entre ambos y luego los flashes de las cámaras y las preguntas y gritos de los reporteros me explotan en los oídos y me dejan ciego. 

En mi camerino, con los chicos del equipo moviéndose de acá para allá, las risas y las botellas de champagne abriéndose, tengo que concentrarme mucho en no perder la fuerza de mis piernas y caer tirado en el piso.

BETWEEN YOU (Losing Virginity II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora