43 | HAWÁI

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ERIC

Me río y cuando Val me mira mal me pongo serio al instante, pero de igual forma no puedo evitar que una risita se me escape cuando la veo arrastrar su bolso y su valija. La rubia se ve diminuta al lado de sus dos gigantes bolsos. 

- ¿Estás segura que no quieres que te ayude? - le pregunto, por décima vez, mientras mantengo el paso lento mientras salimos del aeropuerto.

Me mira mal y elevo los brazos a mis costados. 

- Que no.

<< Y ahí va con su orgullo >> 

Asiento lentamente y ella toma una profunda respiración para luego empezar a arrastrar como puede su valija, más su bolso colgando de sus hombros. De repente, el pie se le dobla, así de la nada, y eso es todo para mi, detengo el paso y me coloco frente a ella.

- Okey, ¿Val? esto es penoso - le digo y su mala cara ya ni me interesa -. Tus piernas de pato, mas tu falta de coordinación y la fuerza de mosquitos que tienen tus brazos harán que te rompas un hueso antes de que lleguemos a tomar el taxi.

Me mira ofendida, con su boca preciosa formando una perfecta "o", más sus ceño ligeramente fruncido. De igual forma, sé que le ha causado gracia lo que le dije, y también sé que no lo admitirá porque simplemente no quiere dejarme ganar. Como siempre.

- Tu falta de tacto hará que te quedes solo para siempre - me sonríe de manera falsa y suelto un quejido cuando arroja el bolso que cuelga de sus hombros directamente a mis pies.

Suelta un bufido y empieza a arrastras su valija, que de igual forma sigue pareciendo demasiado pesada para ella. Pero, sin quejarme, tomo el bolso y con facilidad lo cuelgo en mi hombro, mientras empiezo a seguirla hacia la salida de nuevo.

- Okey, primero que nada: auch - digo cuando al alcanzo -. Y segundo, ¿Qué demonios traes en este bolso, eh? 

- Ropa. - contesta simple, sin mirarme.

- ¿Solo ropa? - elevo las cejas -. Parece que llevas elefantes aquí dentro.

- Si te estarás quejando no sé para qué te ofreciste en llevar el bolso en primer lugar.

- Está bien, perrita malhumorada.

Recién después de que termino de decir la oración caigo en la cuenta de lo que en realidad dije. Ella detiene el paso y lentamente, como la niña del exorcista, gira su cuello hacia mi y sus ojos me miran bien abiertos, con sus cejas elevadas. 

Trago saliva.

- Sabes lo que quise decir - le digo, con el tono algo nervioso.

- Ya, claro - revolea los ojos y continúa caminando. Suspiro aliviado por el hecho de que me dejó vivir después de eso.

- ¿Por qué tanta ropa, de todas formas? - le pregunto luego de un segundo de silencio, ella se encoje de hombros -. Nunca fuiste de viajar pesado.

Como nunca le gustó viajar demasiado, también odiaba de sobremanera hacer los bolsos, preparar la ropa, pero odiaba esa parte porque lo que de verdad detestaba era desarmar las valijas y volver a acomodar toda la ropa en el armario de nuevo. Así que de esa parte siempre me encargué yo; de ambas partes, en realidad. De hacer las valijas y de volver a acomodar las ropas después.

Val se encoje de hombros y arruga los labios. Internamente mi corazón se estruja dentro de mi pecho, pero decido ignorarlo por completo y concentrarme en lo que me propuse cuando me subí a ese avión con ella: intentar hacer las cosas bien, intentar ser feliz la mayor parte del tiempo.

BETWEEN YOU (Losing Virginity II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora