Capítulo 3

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Por más que pensaba en un apodo, no sabía cuál usar

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Por más que pensaba en un apodo, no sabía cuál usar. De pronto, me acordé que de pequeña mi papá me llamaba pelusa, aunque se veía algo ridículo. Bufé de mala gana poniéndome boca abajo. Cuando escribí el apodo, pinché donde decía chatear. Inmediatamente, me vi dentro en una sala, donde había mucha gente escribiendo.

¿Todos se conocían? Fruncí el ceño al no comprender cómo esas personas podían interactuar entre sí, como si se conocieran de toda la vida.

Escuché un sonido extraño, entonces vi que me habían escrito. Me sentía rara, como si estuviera haciendo algo malo. Sí, lo sé, estoy exagerando. Es un simple chat. ¿Qué podría pasarme?

Pinché un pequeño cuadrito blanco con el apodo de ¿Adonis? Vaya, este sí que tenía ese ego por los cielos.

Hola, pelusa. :)

Hola.

¿Por qué tu apodo?

Mi padre me llamaba así de pequeña.

¿Ya no lo hace? ¿Sabes cómo te imagino yo por un simple apodo? Como la típica chica, romántica empedernida. A la que le encanta la cursilería.

¿Y tú qué? ¿Te crees con belleza extraordinaria? Tu apodo deja a la vista lo egocéntrico que eres.

¿Molesta? Y eso que fue solo una suposición, pero por tu respuesta, me doy cuenta que he dado donde es. :) Otra cosa, no es ser egocéntrico, es aceptar que soy muy atractivo.

No era más que un completo idiota. Miré molesta la pantalla del teléfono, con ganas de escribirle de todo. Pero no, no iba a permitir que una persona que no conocía, me sacara de mis casillas.

No estoy molesta.

Eres divertida, Pelusa. :) tu apodo es tan tierno y dulce, que la miel resbala por la pantalla de mi teléfono.

Sentía como mi cara ardía de la rabia. Ni siquiera me conocía y decía eso. Sabía que tenía razón, yo era una romántica empedernida, me gustaba las cosas a la antigua, las cartas de amor, los poemas, y las flores. Me gustaba que me dijeran cursilerías. No le dije nada más, lo único que hice fue salirme de allí.

¿Cómo alguien puede ser tan arrogante?

Los días habían pasado rápido, en el trabajo todo marchaba muy bien, no podía quejarme. Harper estaba feliz porque pronto se vería con Donovan, le dije que tuviera mucho cuidado, y que se viera con él en un lugar público. Hoy era sábado y me encontraba mirando una serie. De pronto, tocaron la puerta, y una Harper muy alegre salió a abrir.

Ayden se encontraba parado allí, automáticamente la sonrisa de mi amiga desapareció de su rostro.

—Hola, Harper. Hola, June. —Dijo entrando, se sentó en el sofá colocando los pies en la mesita de cristal que se hallaba frente a nosotros. Cogió un pedazo de pizza y comenzó a comer. Harper estaba roja del coraje, cruzada de brazos lo miraba alzando una ceja.

Viviendo un amor entre letras |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora