Capítulo 11

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Mi corazón dio un salto de la alegría, con solo leer su mensaje

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Mi corazón dio un salto de la alegría, con solo leer su mensaje. Dios. Apreté el teléfono en mis manos, sonriendo como tonta. ¿Por qué me sentía así? Extraña. Sacudí mi cabeza y fui a mi habitación. Mordí mi labio mirando su mensaje, y sentía algo en mi pecho.

Gracias.

No te asustes, pelusa. :)

No lo estoy.

Sí, lo estás. Pude sentirlo en tu voz.

Está bien, sí, solo un poco nerviosa. Ya. Nada grave.

Hagamos videollamada.

Tragué saliva, sintiendo un nudo en mi garganta. Con las manos trémulas, encendí la computadora, y entré a Skype. Era la primera vez que hacía esto, pero, parecía que iba a matar a alguien. Ok, no literalmente. Solo sentía que estuviera haciendo algo malo. No voy negar que me gusta escribir con Mike, muchas veces me dejaba fragmentos de libros que leía y le gustaban, eso sí, seguía siendo el mismo egocéntrico y su justificación de serlo fue: si no me quiero como soy, ¿quién lo hará.

Rápidamente cepillé mi cabello dejándolo suelto, y apliqué un poco de brillo rosa en mis labios. Mi problema, era que cuando estaba nerviosa mis mejillas me delataban con ese rubor.

Estoy lista.

De acuerdo.

Tomé una profunda respiración, así que contesté su llamada. Mordí mi labio cuando salió mi imagen en un cuadro, y comencé a pasar las manos por mi short. Me quedé estática al verlo, Mike se veía serio, y lo que más me sorprendió fue la intensidad de su mirada. Su cabello era castaño, ojos avellana, podía observar una barba bien cuidada, de labios rosados y su piel blanca. Lucía joven, y yo pensando que era un viejo.

—Y esta fea eres tú. —Por primera vez lo vi sonreír. Y oh, por Dios, sentía mis pulmones desprovistos de oxígeno.

—Sí, señor egocéntrico. —Rodé los ojos con burla.

—Eres muy simpática, June.

Mirando su imagen, ahora entendía porque era tan egocéntrico y antipático. No se podía negar que era guapo. Su voz era tan bella, pero, como siempre yo, no sabía cómo actuar. Honestamente, no era nada buena en conocer personas por internet.

—Me gustan tus pecas en las mejillas. —Lo miré fijamente sin pronunciar una palabra. Las manos me temblaban al igual que las piernas, sentía algo en mi interior, algo que era difícil de explicar. —¿Por qué no hablas, June? Sé que dejo sin aliento a las mujeres, pero tampoco es para tanto. —Sonrió con cierta sorna.

—Porque me quemé la lengua. —¿Por qué dije eso? Mike frunció el ceño, y entrecerró los ojos, cruzándose de brazos. —Sí, bebí un poco de chocolate caliente, y ahora me duele.

Viviendo un amor entre letras |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora