Capítulo 4

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—Sabes que te quiero mucho, y sé cómo es Christopher

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—Sabes que te quiero mucho, y sé cómo es Christopher. —Se alejó de mí, dejándome confundida. —Él solo está con las mujeres por diversión, y no quiero que hagas parte de la lista de sus conquistas.

Con que eso era.

—Ah. —Lo miré fijamente a los ojos, él me sonrió acariciando suavemente mis mejillas.

—Sabes que siempre voy a cuidarte, no permitiré que nadie te lastime, eres como una hermana para mí.

Quería llorar, me sentía muy mal. Demasiado mal, solo quería estar en sus brazos, ser su novia, la chica que robe sus sueños, sus miradas, sus sonrisas, ser la única dueña de sus besos. Un nudo se formó en la garganta, no me sentía con las fuerzas suficientes para hablar.

Comencé a caminar, con el corazón encogido de la tristeza. Me adelanté a los hechos, había creído que al fin se había decido a expresar sus sentimientos, pero no, solo fui una estúpida sacando mis propias conclusiones. Me encontraba tan absorta a mis pensamientos, que no me di cuenta cuando choqué con alguien.

—Hola, June, ¿estás bien? —Hannah me sujetó por los brazos. Por un momento me sentí mal por ella, porque ella estaba con Mason, se veía tan buena, tan gentil. Solo habíamos compartidos pocas horas, y se notaba que ella tenía sentimientos hacia él; lo cual me hacía sentir jodidamente mal, porque ella se había portado muy amable conmigo.

—Sí, iré a la habitación. —Le sonreí a todos y fui escaleras arriba, Harper me miró extrañada, ella sabía cuando yo quería estar sola.

Me tiré a la cama a llorar como niña pequeña. La verdad era que por mucho tiempo me había obligado a mí misma, a no llorar. Pero sentía una opresión en el pecho, este sentimiento hacia Mason me estaba consumiendo poco a poco, y lo peor era que él parecía no notarlo, es como si estuviese ciego y no se diera cuenta de lo enamorada que estaba de él. Sentía las lágrimas como caían por mis mejillas, abracé la almohada sintiendo que esa era mi zona de confort. No sé porque me sentía tan susceptible hoy.

No sé cuánto tiempo había pasado, cuando desperté por el sonido de mi teléfono. Mi padre estaba llamándome. Papá siempre había sido muy bueno conmigo, además de jugar su rol de padre, también lo hacía como un amigo, aunque evitaba contarle ciertas cosas. Ejemplo, yo no me sentía capaz de hablar con él sobre Mason.

Lo escuchaba feliz, diciéndome como les estaba yendo en la nueva ciudad, me dijo que se quedarían allá por un mes. Él pareció notar la tristeza que por más que me esforcé en disimular, no lo logré. Lo que se me ocurrió decirle era que hoy estaba en uno de esos días donde el bajón emocional me atacaba con fuerza, dejándome sin ganas de nada.

Todas las personas en la vida pasamos por bajones emocionales, esos en los que no apetece hacer nada, lo único que uno quiere es estar alejado del mundo, encerrarse solo en la habitación. Y olvidarse de todo, olvidarse de que afuera hay una vida por vivir.

Viviendo un amor entre letras |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora