Epílogo

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—¡Logan! ¡Logan! 

Mis llamados eran para mi marido, quien debería de contestar el teléfono de la casa que no dejaba de sonar. Estaba demasiado ocupada preparando el almuerzo como para hacerlo, pero ni siquiera mi mate hacia acto de aparición, por más llamados que le hiciera. Y siempre respondía cuando le hablaba lindo.

—¡Cariño el teléfono! —Deje los guantes de cocina en el sofá al entrar a la sala, ni con el oído desarrollado podía escuchar el teléfono, debo tener pacienciencia comprada por los dioses o ya lo hubiera castrado—. Diosa, todo lo tengo que hacer en esta casa —Descolgué y lleve el aparato a mi oído—. Diga.

¡Sara!—Termine con un zumbido en el oído ante el grito de mi amiga.

—Leah —Cambie de oído—. ¿Que tal todo? ¿Como estas?

Genial —Como no estarlo cuando ahora eres Cazadora en Jefe de un escuadrón completo en Japón—. Te tengo noticias de Eduardo y los cazadores.

—Leah, sabes que ya no me dedico a eso —Camine unos pasos hasta la cocina de nuevo, sentía el leve olor a quemado—. Deje eso hace treinta años. —Apague el horno y saque el pollo, sosteniendo el teléfono entre mi hombro y lateral de cabeza.

Es pleno 2025 —Se escuchaba exasperada. Era así desde que deje la organización de cazadores y me dedique a mis hijos, también a Logan—, se necesita la firma de la mejor cazadora para las nuevas leyes —Tener que estar de servicio 24/7 trajo problemas a mi matrimonio por un tiempo, todo por dedicarse más a ellos que a mi vida privada—. Te recuerdo que esto se debe a la guerra en el Sur —Oh si, la bomba que estalló y reveló nuestro mundo oculto—. Tu abuelo y Sylvia destruyeron toda prueba contra nosotros pero se debe firmar el documento para que quede formalizado —Por suerte, otra hora más y seríamos banquete de los militares, la CIA, FBI, MI6, ONG, ANZUS, BND, NSA y otras más de las cuales ahora nos buscan como ratas a la comida—. ¡¿Sara estás escuchando?!

—Esta bien —Bufe con recelo sacando el pollo del horno—, firmare el dichoso documento —Escuche de nuevo su grito. Ahora tengo dos oídos con un zumbido—. Pero los cazadores de Asia me deben mucho.

Si ajá —Es una arpía—. Llegaré en dos das para que lo firmes. Hasta luego.

—Adiós. 

Termino ella la llamada. Esto de ser partícipe de asuntos importantes con los cazadores me traerá problemas más adelante. Lo presiento y espero no se haga realidad, deje el teléfono donde lo encontré regresando a la sala, acomode mis guantes de cocina y justo cuando me di la vuelta para regresar a mi trabajo, observe a los dos hombres de mi vida llenos de barro, solté un jadeo por la impresión.

—¿Quién era? —No conteste y los señale.

—¡Logan el piso! —Ambos soltaron risas y salieron corriendo— ¡Ah no jovencito! Ni usted ni su padre se salvan de esta.

La carrera comenzó en la sala y terminó en el baño dándole una buena bañada a ese niño de ocho años que parí con tanto dolor. Al otro lo dejaré sin sexo por una semana al haber dejado mi piso como entrada de un corral o caballerizas y eso que no vivíamos cerca del campo, no al completo.

Amo mi familia, pero en ocasiones me tenso tanto que acabo con los nervios más electrocutados que una torre central de comunicaciones.

Mientras Logan se encargaba de la comida para el almuerzo yo bañaba al primogénito de la familia, mismo que parecía arrepentido de lo que hizo, ya que segundos antes de meterlo a la bañera me prometió limpiar, cosa que haría su padre cuando acabara de servir el almuerzo o comer.

✔EL CONCEJO © [EN CORRECCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora