𖥦 ٭࣭ . ‹ 💌 › 𝐴𝑁𝑌 𝑇𝐼𝑀𝐸 𝐴𝑇 𝐴𝐿𝐿 𓍼 ꒰ʙᴇᴀᴛʟᴇsʜɪᴘs꒱ . ‧ ˎˊ◌

[5] 🌇࿔⃝࿑ؘ֪᭫֓༅McHarrisonˎˊ˗

Época: A Hard Day's Night (basado en la imagen de arriba ahr).

George estaba cansado.

Muchas mujeres hacían lo que podían para conseguir algo de Paul; autógrafos, fotos, hablarle al menos una vez, incluso una noche loca. Si ya de por sí era difícil ser su novio a escondidas de la gran mayoría, era más difícil esquivar a sus fanáticas exasperadas.

Contenía su impotencia al no poder decirles a aquellas muchachas que McCartney no estaba soltero, que no lo iba a estar mientras ninguno lo permitiera.

Aunque era entendible, ¡era Paul McCartney! Ese hombre de ojos dormilones, pestañas largas y de cabello ideal, un deleite para la ciudad y el país. un Se seguía replanteando como es que acabaron saliendo, pero no iba a dejar que las inseguridades lo cazaran.

Sólo esperaba que las cosas tomaran un mejor curso y la tan llamada "beatlemanía" bajara un poco en cuanto la intensidad para poder dejarlos vivir en paz.

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No iba a ser tan fácil, tomando en cuenta su tan elevada fama, que ni siquiera estaban buscando en primer lugar.

Los cuatro iban de vuelta a Inglaterra en pleno día en un avión privado. John, George y Ringo aún no se subían, mientras que Paul iba abordando al vehículo.

Se sentó, esperando a los demás. Minutos después George se subió, pero decidió hacerse atrás de McCartney en vez de estar a su lado. El de mayor estatura se volteó en su asiento para hablarle al de ojos marrones.

—Hey George, ¿por qué...?

—Disculpe, ¿joven McCartney?— Una azafata había aparecido de repente, tenía una sonrisa nerviosa. —, ¿Puedo hablarle de algo?

El mencionado accedió. Sin que el dúo de Beatles lo esperara la mujer invadió el regazo de Paul y fue conversando con él. No le molestaba, sólo dejaba salir su encanto natural, hablaba elocuentemente sin dar nota a la mirada fija que el menor le estaba otorgando, con una ceja alzada y teniendo los puños apretados.

Era extraño, no quería actuar de forma posesiva, pero el destino lo estaba tentando, demasiado.

Cuando la señora se retiró —duró casi diez minutos hablando con su chico—, Lennon y Starr aparecieron, no hubo mucho qué decir, Ringo se sentó con Paul y John con George. Pasarían horas para que se pudieran resolver ciertos dilemas entre ellos.

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Luego de una emboscada para salvar sus pellejos, los Fab Four pudieron escabullirse al hotel más cercano al aeropuerto, alejados de la exasperante fanaticada que les pisaba los talones.

Subieron rápidamente hasta uno de los pisos exclusivos del establecimiento que ya tenían reservados. Cada quién iba jadeando por la carrera hasta que George se dirigió a Paul.

—Paul, ¿podemos hablar?— Lo miró y accedió. Le tomó la mano al de colmillos y se fueron a una habitación, dejando a los otros sin poder replicar.

—Bueno Ringo, somos tú y yo entonces.— Mencionó John.

—Sí, ¿crees que tengan problemas?

—George se veía molesto. Con eso ya te digo todo.

Por su parte, McCartney y Harrison se quedaron en silencio al cerrar la puerta. Paul alzó una ceja.

—¿Qué te sucede?

—¿Qué necesidad tenías de hablar con esa mujer?— Cruzó los brazos, esperando algo. El de ojos hazel frunció el ceño.

—Estaba siendo amable. Se supone que debemos ser simpáticos, ¿no?

—Ja, sí. Tanto que si un grupo de mujeres se te acerca y te dicen que te invitan a tomar tú te vas con ellas, ¿verdad?— Su tono de voz se hacía más tosco a medida que terminaba cada palabra.

—No... ¿Vuelves con esa estupidez? Ya te dije que no pasa nada.

—¡Pero ya no pasamos tiempo los dos! Estamos dele y dele con las entrevistas, los conciertos y sobretodo los fanáticos. Sé que es difícil y que somos populares y blah blah blah. ¡Sin embargo tú...!

—¡George!— Él calló. —, ¿Te lo tengo que explicar de nuevo? No tengo nada con nadie, aparte de ti. No voy a irme con alguien más porque yo ya te tengo. ¿Crees que me es fácil estar siempre como el "encantador" con otras personas cuando en realidad quiero estar contigo? ¡Para nada! Quisiera simplemente mandar todo al carajo y besarte pero no podemos, no cuando hay tantas personas malas alrededor que están listas para juzgarnos.

Esa sensación de angustia reflejada en las orbes de Paul hizo que George desistiera de su enojo.

—Ten calma, por favor, las cosas van a mejorar, ¿sí?— Esa mínima súplica hizo que el de ojos marrones rodeara a Paul con sus brazos.

—Sí.— Se abrazaron por un momento. —, Lamento esta situación.

—Yo también lo lamento.

Un día, llegaría el momento en que ambos pudieran exclamar a los cuatro vientos.

"Él es mi novio".

Y nadie podría evitarlo.