Parte ocho

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Volvimos a la oficina con dos postres en la mano, Evan había recalcado que no podía creer como alguien como yo, podría comer tanto sin llenarse, cuando le ofrecí su postre, este negó con la cabeza y se llevó su mano hasta su estómago, sin embargo guarde el segundo postre en los bolsillo de mi abrigo, más tarde tendría la entrevista con el vicepresidente, pero por ahora tenía que resolver algunas cosas que había dejado pendientes, tenía que atender una  llamada de Lauren Gallagher que estaba furiosa conmigo, por enviar a uno de mis escritores a cubrir  su boda.

—Escúchame Lauren, él es un gran escritor y lo hará justo como tú lo deseas.

—¡No, yo quiero que tú cubras la boda, a nadie le va a importar la historia si no la escribes tú!

Su voz se podía escuchar por fuera del celular, así que lo aleje un poco de la oreja, estaba caminando de un lado a otro por la oficina, cuando Evan levantó la mirada y comenzó a prestar atención a mi problema.

—Te entiendo pero actualmente estoy con un trabajo un poco más extenso, no puedo salir temprano a cubrir los detalles.

Evan se levantó de silla, comenzó a caminar hacia mi, él se detuve más cerca de lo usual, Evan inclinó  un poco su cuerpo para estar de la misma altura.

—Yo podría ir contigo a la boda.

—Lauren dame dos segundos — cubrí el celular con la plana de la mano —¿Que dijiste?

—Al parecer esa mujer no va a dejar tranquila hasta que aceptes, y para no descuidar tu historia actual yo podría ir contigo a la boda.

No era mala idea, podría hacer ambos al mismo tiempo, pero no podía creer que él fuera condescendiente conmigo, entre cerré los ojos antes de contestar.

—Tengo una idea Lauren, permite que mi compañero tome las notas de los preparativos y yo cubriré los detalles de la boda, solo que tienes que darme una invitación extra.

—¡Si! — ambos nos alejamos del celular —¡Lo que tú quieras, te lo agradezco tanto Charlie, nos vemos mañana!

Suspiré mientras tiraba mi cabello hacia atrás, volví a ver a Evan que me miraba con los brazos cruzados.

—Sabes que pudiste ir a esa boda desde el principio, ¿Por que no aceptaste?

—Bueno — dije alargando las palabras mientras tomaba asiento, frente a su escritorio — estoy harta de las bodas.

—Tu eres la cabeza del departamento — dijo confundido.

—Si pero llevo cuatro años escribiendo sobre lo mismo, tantas historias de amor que terminan en divorcios a los dos años, me asquean.

—¿No le gusta el amor?

La verdad es que no recordaba la última vez que me había gustado alguien, y el único novio que había tendido fue cuando cumplí los dieciocho años y sólo duramos dos meses, estaba feliz de terminar con el  y jamás he sentido "El  famoso corazón roto", le dedicaba tanto tiempo a mi trabajo, que solo tenía tiempo para gastarlo con mis amigos.

—Es una pregunta muy complicada, por que jamás me he enamorado, así que no me puede gustar o no algo que desconozco.

¿Y qué hay de usted, alguna vez se ha enamorado? Sabia la respuesta a mi propia pregunta, había visto fotos de él con Verónica Jones, pero no me atrevía a preguntar eso, apestar de estar escritos en mis notas. Ahora tenía que ajustar un poco mi horario, la boda era mañana y yo no tenía ni vestido, ni notas, ni nada, la noticia tendría que estar publicada para el día siguiente, por lo que sabía que no podría dormir nada en la noche siguiente, y ahora llevaría a Evan como mi invitado, si eso no era llamar demasiado al atención, no sabía que lo sería. A las tres de la tarde crucé de nuevo el pasillo hasta la oficina del vicepresidente, que estaba en una reunión importante, por lo que tendría que esperar hasta que esta terminara, su asistente me ofreció un café que no pude negar, aunque me moría por un chocolate caliente, camine al rededor de su oficina que era más pequeña que la de su superior, me detuve cuando vi una fotografía de los dos en el escritorio, sin duda era de hace algunos años, ambos lucían más jóvenes. Debía ser de su graduación, usaban túnicas negras idénticas, ambos levantaban las manos en el aire y reían con tanta felicidad que me fue imposible resistir, sonreír al ver ese rostro tan lleno de vida y alegre, me preguntaba si algún día podría ver esa sonrisa llena de alegría frente a mi. No espera, ¿Que clase de pensamiento era ese? La puerta de la oficina se abrió y yo salté de un brinco, coloqué la fotografía en su lugar cuando Dylan Ross.

Eres tú otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora