Parte once

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No pude evitar cerrar los ojos en toda la noche, al parecer Connor había pagado una suma considerable para que la boda de su hija, se llevara al primera plana, por lo que debía escribir una carta de amor sobre la boda, lo que me fue imposible dormir en toda la noche, en cuanto la luz de sol se abrió paso por las ventanas, me arrastre por la habitación hasta al ducha con la fe de que me ayudara a mantener los ojos abiertos. Si por mi fuera iría en pantalones buzo y una camiseta de dormir hasta el trabajo, podría dormir en mi silla giratoria por un par de minutos, antes de que Stella me gritara, pero debía ir a mi otro trabajo que me impedía ir en pijamas, sin embargo busqué unos pantalones grises que usaba para correr, eran bastante decente y combinaban bien con unas zapatillas deportivas, busqué una camiseta negra con una chaqueta de mezclilla. Tome una botella y vertí un poco de café caliente para despertarme, al salir la luz del sol quemo por completo las retinas de mis ojos, por lo que volví adentro por unos lentes de sol.
Sam había salido un poco antes al trabajo, el traidor no pudo esperarse unos minutos para llevarme, no tuve más remedio que conducir hasta el trabajo, al llegar le entregué a Miranda la historia para que se la pasara a Stella, mientras yo buscaba refugio en mi vieja silla.

—Se nota que tuviste una linda noche.

—Cállate — dije en un gruñido que salió desde muy adentro de mi.

—Vamos no seas anciana ¿que te parece si salimos el sábado a comer?

—No puedo, tengo una fiesta de cumpleaños.

—¿De quien? si no tienes amigos.

—¡Hey! para que lo sepas tengo muchos más amigos, podría remplazarte rápido — dije levantando la voz.

—¿Como te va con Davies? — volví a mirar a Sam con los ojos entrecerrados.

—¿No tienes trabajo que hacer?

—Si pero prefiero jugar contigo.

—¡Charlie! — ya estaba esperando el grito de Stella, al menos me salvó de la conversación con Sam.

Arrastre los pies hasta su oficina, ella estaba comiendo una caja de fresas con chocolate a las nueve de la mañana, lo que me recordó que no había comido nada en todo el día, estaba tan cansada que no espere a que ella me dijera que tomara siento, simplemente me desplomó frente a ella, que ni siquiera se molesto en mirarme.

—Hable con Connor Gallagher, dijo que quedó muy impresionado contigo, le pareciste excepcional.

—Solo hice mi trabajo, aún debes saber su opinión sobre la historia.

—Que acaba de ser publicada, así que deberías volver a tu otro trabajo.

Estaba acostumbrada a no recibir unas felicitaciones de su parte, pero estaba tan cansada que no me importaba en este momento, decidí dejar el auto el parqueo y tomar un taxi, al menos podría cerrar los ojos durante el viaje, al llegar el conductor me despertó un grito, cuando me llamó por tercera vez.
Antes de subir camine hasta la cafetería para tomar mi segundo café del día, pero al terminarlo me di cuenta que necesitaría más que un café para estar despierta, dure cinco minutos para llegar hasta el piso correcto, había oprimido el botón equivocado y eso me llevo a dar un vuelta por todo el edifico, al llegar me escabullí sin que me vieran hasta la oficina, Chloe salto al verme con un periódico en la mano.

—Fue hermoso, los votos de la novia y la forma en que escribiste el último párrafo me hizo llorar, llamaré a Jenny para decirle que ya llegaste.

—No te lo suplico.

—¿Te encuentras bien?

—Solo algo cansada, les prometo que un día voy a permitir que me bombardeen con sus preguntas, pero por ahora necesito descansar. ¿Evan ya llegó?

Eres tú otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora