Parte tres

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Solía ser una persona diferente durante mi trabajo, en mis primeros dos años descubrí que no todos esos millonarios, eran como aparecían en las revistas, algunos utilizaban una máscara llena de dulzura que le mostraban al mundo, y aunque detestaba ese tipo de comportamiento, me adapté a el sin darme cuenta. Normalmente solía ser inmadura y divertida, pero una vez que estaba frente a esas personas, utilizaba la misma arma que ellos, me volvía sería y profunda, ninguno de sus cumplidos me llenaba y no dejaba que ellos me intimidaran, esa técnica me había funcionado lo suficiente durante los años, esperaba que esa técnica fuera suficiente para conseguir esta entrevista. Al llegar al museo donde se llevaba acabo la gala, me volví aquella persona, dejé de sonreír y levantaba la cabeza como ellos lo hacían, aunque a veces solía sentirme como una intrusa. Elena y yo nos separamos, ella debía buscar a su jefe y yo debía buscar a Stella, mientras me mezclaba entre las personas pude notar un par de miradas sobre mi, ignore por completado esos ojos, tome una copa de champán y seguí buscándola con la mirada.Tal vez aún no había llegado así que tenía tiempo para seguir con mi otra tarea, conocía tan bien a Stella que sabía que me haría trabajar doble, ella quería una exclusiva sobre el evento y no había enviado a ningún otro reportero, lo que significaba que yo debía hacerlo, incluso si no me lo había pedido directamente, saqué la pequeña grabadora que mi padre me había regalado, aunque todos usaban celulares para grabar las entrevistas, yo utilizaba esa vieja grabadora. Logré conversar con el director del Hospital General, con el dueño del museo y con un par de donantes, que hacían fila para que reconocieran su justa donación, cada tanto miraba hacia la entrada, esperando el momento en que él entrara en el salón, pero eran más de las nueve y aún no había aparecido, estaba empezando a creer que ni siquiera se presentaría y la verdad es que era un alivio para mi, así Stella no podría culparme por no conseguir la entrevista, y no me obligaría a hacerlo, porque todos sabíamos que era imposible cruzar la recepción de su edifico, los reporteros estábamos prohibidos. Me preguntaba porque odiaba tanto las entrevistas, cuando todos sus colegas admiraban tanto las cámaras sobre sus rostros y las notas sobre sus actos, él las evitaba a toda costa y eso solo había logrado crear una enorme curiosidad sobre él mismo, todos se morian por saber cosas sobre él , el internet estaba lleno de esas preguntas, que yo había buscado la noche anterior, así que si mi jefa creía que yo podría conseguir una nota sobre él, debía estarme jodiendo.
Seguí dando vueltas por el museo, aburrida de las charlas vacías sobre negocios y chismes, eran las diez y media y la noche parecía eterna, al parecer nadie iba a mover un pie para irse hasta pasadas la media noche, comencé a bajar las escaleras cuando me tuve que sujetar con fuerza para no perder el equilibrio, al parecer todos miraban en la misma dirección que yo, incluso la música había bajado un poco su intensidad y volumen, todos miraba la entrada pasmados por la figura que los ignoraba por completo, me obligué a seguir bajando las escaleras, sin perder por un momento mi objetivo. Evan no parecía importarle las miradas sobre el, parecía que él era el único en el salón, su presencia la había sentido cada persona que estuviera en el evento, tropecé con un par de personas mientras me abría paso hacia él, de lejos pude ver que lo acompañaban dos personas, la primera parecía ser Chloe su secretaria y mi vieja compañera  y la segunda era el vicepresidente. Sentí una mano tomarme el antebrazo, volví mi atención a Stella que no dejaba de sonreír de felicidad.

—Llegó nuestra oportunidad Charlie, recuerda que no puedes arruinar esto, tu carrera depende de este momento.

Gracias por el apoyo.

—No lo haré.

Ambas respiramos profundo antes de caminar en su dirección, sujete mi máscara más fuerte que nunca, mientras que Stella era ella misma, no necesitaba una máscara o algo que la hiciera pertenece, en este mundo tan alocado, ella pertenecía aquí. Un grupo pequeño de personas había rodeado a Evan, al que no parecía molestarle, y les habla de una manera cordial, aunque no soltaba ni un solo rasgo de humanidad, cuando nos acercamos no pude evitar mirarlo sin despegar mi mirada, las fotografías no le hacían justicia, era mucho más hipnotizador en persona, en verdad creía que este hombre jamás podría verse mal. Stella empujó a una mujer para abrirse campo, ella llamó la atención de Evan de inmediato, ella lo miró un segundo antes de hablar, probablemente ni ella podría resistirse a él, y conociéndola trataría de llevárselo a la cama esta misma noche, si tenía algo de suerte, aunque nadie podía resistirse a Stella.

—Es todo un placer conocerlo Señor Davies, mi nombre es Stella Gustin, directora del Daylight News.

—El placer es mío — su voz era poderosa, aunque no me daba ninguna pista, podía sentir que no estaba siendo totalmente sincero.

—Quería presentarle a la estrella de nuestro medio, a mi mejor escritora, Charlie Grayson.

No pude evitar sentir como si este fuera mi primer día de trabajo, cuando estas tan aturdido que olvidas las palabras que acaban de decirte, que no tienes ni idea de que es lo que tienes que hacer, así me había sentido hace cuatro años en mi primer día en el periódico, pero ahogue esos nervios absurdos  y di un paso hacia adelante, sujetando mi máscara con todas mis fuerzas, lo mire directo a los ojos cuando su mirada su fijo en mi. Evan ladeó un poco la cabeza, su mirada parecía confundida y aturdía, no me atreví a dar un paso más.
Era muy peligroso, para mi.

—Señor Davies — levante mi mano en su dirección, él tardó unos segundos en estrecharme la mano, sus ojos me recorrieron de arriba a abajo, no pude pensar en que parte de mi estaba observando.

—Es un placer conocerla señorita Grayson.

¿Lo decía en serio?

—Quería hablar con usted sobre una entrevista.

—El señor Davies no acepta entrevistas — el vicepresidente saltó en su defensa, pero ni siquiera voltee a mirarlo, solo mire al hombre frente a mi.

—¿Usted sería la encargada de conducir la entrevista? — su mirada estaba llena de curiosidad, incluso de esa manera no dejaba de marcar una fuerte presciencia.

Su pregunta me tomó por sorpresa, pensé que ahora era mi turno de suplicarle o de salir corriendo del museo, empacar mis cosas y viajar a otra ciudad para empezar una nueva vida, pero este no era el caso, aún tenía una pequeña oportunidad.

—Es mi entrevista — dije con fuerza.

—Entonces es suya, mi secretaria la contactará en estos días para los detalles, si me disculpa.

Evan Davies dejó boquiabierto a todos a nuestros alrededor, él cruzó junto a mi antes de que pudiera decir otra palabra, cruzó como un elegante rayo que nadie podría detener, sentí como todo mi cuerpo se relajaba y la máscara había caído al suelo, sin duda no podría usarla para lo que quedaba de la noche, Stella camino frente a mi sin decir nada, ella me aplaudió tres veces con sus delicadas manos, la mire incrédula mientras ella sonría de la felicidad.

—No puedo creer que lo conseguí — dije en un susurro que debía ser lo suficientemente bajo, pero Stella me había escuchado.

—Sabía que tú podrías ser la única en conseguirlo, debes empezar a creer un poco más en ti Charlie, después de esto tu nombre resonará como un relámpago en la ciudad, después de esa entrevista todos sabrán tu nombre.

Stella me dio una pequeña palmeada en el hombro y se alejó con velocidad. Aún no podía moverme de donde estaba, detuve a un chica qué pasó frente a mi con unas copas de champán, tome tres de esas una tras otra, di media vuelta en la dirección que él había tomado, lo mire de lejos hablando con otro grupo de personas, no pude evitar sonreír como una tonta. No me detuve a despedirme de nadie, fui en busca de mi abrigo y salí lo más rápido posible de ese lugar, mientras esperaba al auto que había llamado, no podía contener la felicidad que sentía, grite un "Si"con todas mis fuerzas y atraje la mirada de muchas personas pero eso no importaba ahora. Al llegar a casa no me quite el vestido, quería que la felicidad que sentía se quedara conmigo por más tiempo, me senté en el sofá y puse mi computadora sobre mis piernas, tecleé su nombre de nuevo en el ordenador, comencé a trabajar en las preguntas que le haría, esta sería su primer entrevista y la historia que me sacaría del anonimato para siempre, había tanto terreno por recorrer que no pude dejar de escribir, hasta adentrada la madrugada, me detuve cuando mis ojos estaban bastante cansados, volví a la página principal donde había estado viendo una de sus fotografías, todo había pasado tan rápido que creía que todo había sido un sueño, tenía miedo de irme a dormir y despertar esta misma mañana antes de que todo ocurriera, pero esta debía ser la realidad, mi realidad. Fui a la cama como una niña que acababa de abrir su regalo de navidad, sujete las sábanas para evitar gritar de la felicidad.

Eres tú otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora