Parte veintrés

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Estire el brazo hacia el otro lado de la cama, pero este cayó en el vacío, me desperté casi enseguida mirado hacia todas partes, me sentí un poco más calmada cuando escuché el agua de la ducha, creí que Evan se había ido y que todo lo que había pasado anoche, fue un simple sueño.
Me atreví a recorrer la casa llena de curiosidad, no lograba entender por que esta casa era tan enorme, si solo él vivía en este lugar, solté una pequeña sonrisa cuando entre en la biblioteca, seguí los títulos de algunos libros que recordaba de la Ala de la Universidad, pero aquí habían el doble de libros que en ese lugar, seguí caminando hasta el escritorio en medio de la sala, este debía ser la habitación que más usaba durante el día, cuando rodee el escritorio me encontré con un fotografía. La tomé con ambas manos para mirarla con atención, era una fotografía que reflejaba toda su familia, Jillian y Albert sonreían con ternura, mientras Maggie abrazaba a su hermano que apenas si podía fingir una sonrisa pobre. Tal vez esa fotografía fue tomada en una de sus vacaciones, todos parecían tan felices y a gusto entre ellos, excepto por él. Por el breve momento que compartí con su familia ayer, pude notar que ellos eran completamente diferentes, eran sonrientes y amables, incluso cálidos, Maggie que era la hija mayor lucía más joven. y divertida, por alguna razón no dejaba de sentir como Evan desencajaba a la perfección con ellos. Aunque yo también sabia lo que era desencajar en mi propia familia, nunca conocí el motivo de mi adopción, y con mi nueva familia era evidente que yo no les pertenecía, ellos debían ser las personas más comprensivas y protectoras en todo el mundo, justo la familia que yo tanto había deseado y aunque nuestro color de piel era diferente eso jamás me importó, pero al parecer a los demás si les importaba y durante un par de años muchas personas no dejaron de recordarme, que mis padres biológicos me habían arrojado al basurero y que probablemente jamás encontraría personas que me quisieran de verdad.
Puse la fotografía en el mismo lugar, y volví a la cocían por un vaso de agua, no quería que Evan me descubriera viendo su fotografía familiar y que este se volvería incómodo, justo como la vez que le había preguntado sobre su infancia.

—Buenos días .

Su voz grave destrozó el silencio, mientras bebía un poco del vaso voltee a mirarlo, Evan traía el cabello completamente mojado de la ducha, mi mirada bajo rápido hasta su abdomen descubierto, y la toalla que rodeaba su cintura para abajo de sus entradas. El agua que había bebido escapó de mi boca, esta salió volando por lo aires cuando la escupí de sorpresa, aun así no aleje mi mirada ni un solo segundo de su cuerpo, Evan soltó una risita que debía estar llena de satisfacción, él se acercó a la cocina en busca de jugo de naranja.

—Deberíamos pasar por tu casa primero, para que te duches y te cambies la ropa antes de salir.

Evan apoyó sus manos contra el mueble detrás de él, en verdad estaba tratando de prestarle atención a lo que sea que haya dicho, pero en este momento no podía concentrarme, Evan movió su cabeza para encontrarse con la línea de mis ojos, sacudí la cabeza y me obligué a mirarlo al rostro.

—¿Escuchaste lo que dije? — debía estarlo divirtiendo tanto el hecho, de que yo no pudiera disimular lo embobaba que había quedado.

—Si claro por supuesto — dije asintiendo tan rápido como podía.

—¿Que fue lo que dije?

—Mmm — mi celular comenzó a sonar y jamás me había sentido tan agradecida por ser interrumpida.

Al parecer mis vacaciones navideñas serían aún más cortas este año, tendría que volver antes de lo esperado al trabajo, habían tantas fiestas y eventos que cubrir que Stella nos necesitaba a Sam y a mí para el miércoles en la mañana, cuando colgué la llamada Evan venía bajando las escaleras, esta vez con ropa sobre su cuerpo, sentí un gran alivio cuando mi atención volvía a estar centrada en su rostro. Me apresuré a ducharme mientras Evan me esperaba en la sala, estaba más nerviosa con una toalla al rededor de mi cuerpo si él estaba cerca, como no tenía ni idea a donde iríamos me puse algo ligero, siempre y cuando pudiera protegerme del frío.

Eres tú otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora