Parte veintinueve

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Durante el resto del viaje no pude contactar a Evan, no recibía mis mensajes o mis llamadas, jamás creí que una pequeña broma podría asustarlo tanto, solo estaba jugando, pero cuando volví a la superficie en sus brazos y sus ojos no dejaban de inspirar terror, sabía que había cruzado una de sus líneas invisibles, aquellas que él había marcado pero que no hablaba de ellas, crucé una sin siquiera darme cuenta, no podía dejar de sentirme terrible y en lo que quedó del viaje me costó divertirme, sobre todo fingir que no estaba preocupada por él, por Elena y por lo que me esperaba cuando volvería a la ciudad. Volteé a mirar el mar por última vez antes de volver, era posible qué tal vez extrañara este lugar, quizás podría volver cuando superará el nuevo miedo que él había desarrollado al mar, Harry gritó mi nombre para que guardara mis cosas en la camioneta, al menos había tomado suficientes fotografías para recodar este fin de semana, en una de ellas Harry y John habían rayada el rostro del señor Lee con un marcador permanente, que por más que él había intentado borrar, seguía visible en su rostro, también tenía mi fotografía favorita, una donde todos salíamos en el sofá, esperaba volver a casa para enmarcarla junto a las otras. A diferencia del primer viaje, en este no había podido consolidar el sueño, la mayoría del tiempo la pase con mis audífonos, mirando el atardecer que se extendía en todo el cielo, decidí que lo mejor sería buscar a Elena, no creo que fuera posible pasar más tiempo molesta con ella, pero al igual que Evan, ninguno de los dos habían contestado mis mensajes. Al llegar a la ciudad nos detuvimos en The Empire, de allí cada uno tomó su camino de vuelta a casa, pero yo entré en el edificio, según la recepcionista Evan no se había presentado desde el viernes, ahora si que estaba realmente asustada, debería ir de inmediato a verlo, cuando salí del edificio recibí un mensaje de Lena, quería verme esta noche para hablar, aún eran las 7:00 tenía tiempo para visitar a Evan y luego buscar a Elena. Me lance hacia el primer taxi que cruzo mi camino, el recorrido parecía ser eterno, no podía creer que nos estuviéramos moviendo tan lento, mis piernas habían empezado a temblar y estaba a punto de morderme las uñas otra vez, sabía que habían muchas cosas que Evan no hablaba con nadie y hasta el momento me había mantenido al margen de las cosas, solo esperaba que no fuera muy tarde, para solucionar cualquiera que fuese la línea que había cruzado. Baje del taxi con mi maleta aún en la mano, no dude dos veces en tocar el timbre de la casa, juro que solo pasaron dos segundos pero para mí se habían convertido en dos horas, cuando volví a tocar el tiemble la puerta se abrió. Evan estaba cubierto en una sábana de pies a cabeza, su rostro lucía pálido caía sin vida.

—¿Charlie?

—¿Estas bien?

—Es solo un resfriado, no tenias que venir.

Evan lanzó la puerta en mi rostro, pero interpuse mi mano y esta rebotó de vuelta, entre en su casa antes de que intentara cerrarme la puerta otra vez. Él no hizo más que adelantarse, incluso enfermo era más rápido que yo, él se sentó en el sofá, al mirar al rededor supe por que no se había presentado a trabajar, habían un par de sábanas en el suelo y una caja de toallas para la nariz.

—¿Por que no contestaste mis llamadas?

—Mi celular no funciona.

Para mi suerte su celular comenzó a sonar en ese momento, Dylan lo estaba llamando y sonaba a la perfección, él se encogió aún más en la sábana y yo colgué la llamada.

—Quédate aquí, iré a prepararte una sopa para que te sientas mejor.

—No te preocupes estoy bien, ya puedes irte.

Me acerqué a su enfermo rostro y puse mi mano en su frente, estaba hirviendo a pesar de que él parecía estar muriendo del frío.

—Es mi culpa que estes enfermo, no te muevas de aquí si no quieres enfermarte aún más.

Eres tú otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora