Capítulo 83- Regalo de cumpleaños

137 14 3
                                        

Sus manos pasaron con delicadeza por mis brazos, mientras quitaba las esposas, notando cierta picardía en sus ojos.

- Tienes que empezar despacio, recuerda las indicaciones de mi médico.- Su sonrisa contenía malicia y podía suponer lo que estaba pasando por su mente.

- Hace meses no te toco.- Su voz salió ronca.- Pienso hacer que te corras cuando yo quiera, vas a rogarme para que te deje hacerlo y mañana cuando quieras levantarte, me recordarás y querrás que vuelva a tocarte.- Lancé un gemido de satisfacción, notando su sonrisa intacta.- Ahora, necesito que te recuestes boca abajo y levantes tu hermoso trasero en pompa.- La miré incrédula.- Si tanto confías en mí, hazlo.-

Me había comenzado a mojar desde que entramos aquí, no me quiero imaginar cómo estoy ahora.

Sentí como posó el lubricante con demasiada delicadeza, pero por otra zona, esa que tanto había dolido las veces que ocurrió.

- No.- Me moví rápidamente, notando su ceño fruncido.- No quiero.-

Sus manos se posaron en mis mejillas, notando como sostenía algo entre sus manos.- No te dolerá.- La miré incrédula.- Yo me encargaré de que no te duela.- Susurró dejando su frente sobre la mía.

- Apenas sienta dolor, te irás a duchar y no haremos nada.- Ella asintió sonriendo, mientras me giraba, dejando sus fuertes manos en mi cintura.

- Si te duele, tienes que decirlo.- Asentí rápidamente, volviendo a sentir el lubricante, antes de que sus dedos comenzaran a acariciar la zona, consiguiendo relajarme.- Voy a ir despacio, necesito que permitas que esto entre ahí dentro.- La punta se posó en mis labios.- Y tiene que estar lubricado.-

Luego de que estuviera el tiempo necesario y molestara con el estupido tapón anal, sentí como ella lentamente lo adentraba, sintiéndome invadida por un intruso que no salía con facilidad, antes de que suaves besos se posaran el la zona alrededor.

Cubrió mis ojos, sintiendo como mis brazos quedaban fuertemente aferrados a (lo que supongo que eran) las rejas que colgaban del techo de nuestra habitación.

Sentí como algo que ya conocía rozaba mi vulva, ingresando lentamente en mi vagina.

- Quiero que cuentes conmigo y lo agradezcas, mi amor.- Sentí el cuero de la fusta recorrer mi cuerpo.- Y que me trates de usted, para que cumpla mi capricho y te libere de este secuestro.-

- Me encanta estar secuestrada.- La fusta se posó en mis labios.

- Vas a rogarme para que te suelte si sigues así.- Estaba a punto de llegar al orgasmo, si seguía así.- Entendiste?- Asentí rápidamente, sintiendo su mano tomar mis mejillas con fuerza.- Palabras.- Su lengua rozó mis labios entreabiertos.

- Sí, mi amor.-

- Si te comportas así, te dejaré como estas y no tendré piedad con lo que tienes ahí abajo.- Cierto.

- No me tengas piedad.- Mordi mi labio inferior, sintiendo como cepillaba mi pulso.

- No te correrás sin que yo te lo diga, tendrás que rogarme para que lo haga.- Asentí suavemente.- Palabras.- Repitió con voz ronca.

- Sí, señora Afanador.- El primer azote llegó y con él, algo dentro de mí me dejó embobada. Tenia dos vibradores y ella estaba aumentando mi deseo de correrme.

- Uno.-

- Gracias señora Afanador.- Sus labios tomaron los míos, sintiendo lo fríos que podían sentirse, agachando mi cabeza, antes de recibir el segundo azote, aún más fuerte.- Dios... dos, gracias señora Afanador.- Jadee apretando los agarres de mis muñecas, justo cuando las vibraciones en mi interior aumentaban.- Natalia.- Gemí arqueando mi cuerpo.

- Qué ocurre?- Mordí mi labio inferior.- No sabes cómo me provoca que hagas eso.- Su dedo pulgar acarició la zona.

- Natalia.- Repetí sintiendo como el orgasmo estaba comenzando a pedir permiso.

- Dime.- Susurró indefensa, dándome otro azote.- Dime que quieres.-

- Tres, gracias señora.- Mi respiración era acelerada, subiendo un nivel más.- Déjame llegar.- Suplique tirando mi cuerpo hacia atrás, chocando con su erección.- Por favor, déjame llegar.- Un vibrador desapareció.

Sus manos tomaron con fuerza mis muslos.- Puedes llegar.- Susurró penetrandome, mientras que ambas nos moviamos, consiguiendo una mejor fricción, tirando mi cabeza hacia atrás.

Me esperaba una larga noche.

》Narra Natalia《

Dejé a Emma en su cuna, quien me miraba fijamente, haciendo las clásicas morisquetas, luego de cambiar su pañal, siendo cerca de la hora del mediodía, mientras que la bella seguía dormida.

Se merecía dormir todo el día, luego de no dejarla reponerse de cada orgasmo como era debido, sintiéndome importante luego de que me dijera que se había sentido bien luego de que pasara por detrás y la llenara de nuevas sensaciones.

Se removió dejando su espalda descubierta, mientras yo bajaba a recibir a mamá, quien ya estaba intentando alejar a Zeus, quien se comportaba de maravilla con Emma y la misma se lo devolvía con sonrisas tímidas.

- Makis?- Preguntó sin entender, mientras que yo llegaba con la pequeña que estaba a punto de llorar, cerrando la puerta de nuestra habitación antes de que pudiera observar demás.

- No descansó de lo mejor.- Frunció su ceño.- Como si no sabrías de lo que hablo.- Me quejé meciendo a mi pequeña.

- Otro bebé?- Negué rápidamente, mientras sonreía.

- Es pronto para otro bebé, mamá.- Susurre sonriendo, mientras detallaba la pequeña nariz, notando su mirada fija en mí, intentando descifrar el color de sus ojos en un futuro, notando cierta mezcla de ambas.

- Cuantos nietos tendré?- Lancé un suspiro pesado.

- Pregúntale a tus otros hijos, que parecen muy relajados con eso.- Ella sonrió.- Nosotras estamos bien así.- Makis bajó lentamente por las escaleras, acercándose sonriente a nosotras, notando la sonrisa pícara de mamá.

Ahora teníamos forma de escapar y ocurría cuando Emma necesitaba un cambio de pañal, como ahora.

Aunque solíamos rotarnos y en estos momentos me tocaba a mí, pero podría usar pequeñas patrañas y conseguir que Makis me acompañe a cambio de unos indefensos besos.

Déjame Ir- (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora