Capítulo 22- Diosa griega

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》Narra Natalia《

Apenas abrí mis ojos, pude ver a una diosa en Grecia, que llevaba mi blusa y sus bragas, mientras leía uno de los libros de mi mejor amiga, demasiado concentrada como para arruinar su calma, notando como golpeteaba su pie y arrugaba su nariz cada vez que algo le traía malos recuerdos, y sonreía cada vez que alguna palabra hacía alusión al amor.

Cómo lo sabía? Me sabía cada palabra de ese poemario, porque Camila me había obligado a leerlo junto a Olga, pidiendo nuestra opinión, mientras que yo sólo quería emborracharme luego de que volvieran a dejarme plantada por las clásicas aplicaciones para encontrar citas y todas esas idioteces.

Cuando cayó en cuenta de que estaba despierta, dejó el libro a un lado, mientras yo intentaba cubrir mi desnudez, acercandome para dejar un suave besos en sus labios, sintiendo como sus malditas manos se posaban en mi nuca, sin poder moverme de mi puesto, mientras ella adentraba su lengua en mi cavidad, comenzando una guerra.

- Buen día.- Susurre sonriendo, alejandome apenas tuve oportunidad, dispuesta a ir al baño, si no fuera porque la muy traviesa, creyó que era buena idea tirar del borde de mi bóxer.- No te atreviste.- La mire incrédula, mientras ella parecía querer terminar con su cometido.

- Tengo una idea.- Susurró pasando mi bóxer frente a mí, mientras intentaba cubrir mi erección mañanera.- Yo te devuelvo tu bóxer para que nadie más que yo vea tu hermoso pene,- Estaba bien?- y voy a pedir el desayuno, para que después vayamos a la playa.- Sugirió sonriente.

- Y que quieres hacer en la playa? Tenemos la piscina al lado...- Su rostro demostraba perfectamente lo que quería hacer allí.- Ni lo pienses.- Me negué entrando en la ducha rápidamente, sin importarme que ella siga oliendo mi bóxer como una depravada, mordiendo mi labio inferior al ver como se acercaba mientras tiraba de sus prendas.

- Creo que el desayuno puede esperar.- Sus pechos estaban fijos en mi espalda, mientras su mano bajaba por mi vientre, comenzando a despertar a lo que me convertía en un monstruo.

Mi cuerpo se pegó pesadamente en una de las paredes, sintiendo como comenzaba a introducirlo en su boca.

Sabía perfectamente cómo llevarme a la locura. Pero no quería sucumbir por completo a mis deseos. No quería ser bruta, quería cuidarla, quería ser suave con ella.

Sólo un poco no le haría daño a nadie...

Apenas se puso de pie, dejándome a medias, la estampe contra la pared, tomando fuertemente sus muslos, adentrandome rápidamente en ella, lanzando un gemido ahogado, mientras volvía a embestirla, sintiendo sus brazos rodear mis hombros, mientras sus gemidos cerca de mi oído conseguían hacer que siga.

Mis embestidas parecían ser un dolor que aguantaba; porque lo que su rostro y su cuerpo me decían, era contrario a lo que ella sentía al escucharla gemir.

- Me encanta.- Jadeo mientras iba más despacio, conectado nuestras miradas, notando el deseo pendiente en sus ojos, volviendo a dejarla de pie, notando su ceño fruncido.

La giré rápidamente, mientras sus manos se fijaban en la pared, tomando fuertemente sus caderas para volver a penetrarla, buscando su clitoris, sintiendo su mano tomar fuertemente mi muñeca, mientras realizaba pequeños movimientos circulares en su botón de placer, dejando mi otra mano en sus pechos justo cuando estaba llegando.

Yo solo me dejé llevar, comencé a sentir sus paredes apretadas, como intentaba relajarse, pero era imposible, porque yo no dejaba de moverme, no dejaba de escuchar los fuertes choques de nuestros cuerpos.

No demoré mucho más en llegar, había sido muy... nuevo y diferente, me hacia querer más y ella parecía tener la misma idea.

Tomé las dos batas que había en uno de los armarios, cubriendo su cuerpo, mientras pedía el desayuno.

Quería controlarme, no quería que ella sólo significara sexo; quería ser detallista, pero no sabía hacerlo; quería que se sienta amada, pero a mí nunca me amaron de la forma en la que yo quiero hacerlo con ella.

- En que piensas?- Preguntó suavemente, mientras secaba mi cabello luego de cepillarlo con su suavidad característica.

- Serías capaz de amarme?- Pregunté mirándola atenta.

- Creo que estoy confundida.- Susurró sentándose en mi muslo, acariciando suavemente su mejilla.

- Confundida? Cómo?- Pregunté aún sin entender.

- Que no sé si decirte que te quiero basta para lo que me pasa contigo.- Escuchan eso? Mi corazón revive con ella, con cada palabra y detalle que proviene de ella.- Que todo lo que leí, todo lo que me contestaste, todo lo que me contó Celia me hacen querer demostrarte que quizás alguien si te puede amar.- Susurró, mirándome fijamente. Ella no mentía, ella tenía un hermoso brillo en sus ojos.- Y que me matas de ternura cuando quieres pedirme que te acaricie, pero que no sabes cómo hacerlo; que me encanta besarte y que haces que yo tenga la confianza suficiente como para preguntarte estupideces, pero que para mí son demasiado importantes; que me encanta cuando vienes a buscarme para ir a la editorial a pesar de tener tu peor día y que cuando llegues, corras a mí para demostrarme que estás, cuando sé perfectamente que siempre llegas a la misma hora y siempre miro a la puerta para esperar que...- la puerta sonó, arruinando el momento. Besando su frente, antes de correr a recibir lo que pidió, volviendo a su lado rápidamente, con la comida a la espera de que la degustemos.

- Quieres continuar? O arruinó el momento?- Pregunté sonriendo.

- Vuelve a hacer la pregunta.- Respondió tranquilamente.

- Serías capaz de amarme?- Volví a preguntar, notando su sonrisa ancha.

- Completamente.-

Déjame Ir- (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora