Capítulo 34

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Había tenido los mejores días, el mejor cumpleaños, una hermosa madre y hermana, pero lo mejor, mi perfecto novio, bueno no tan perfecto pero para mí lo es.

Levante mi trasero temprano de la cama, solo faltaban un par de días para Navidad así que debía comprar los regalos ya, además, los nervios me comen por dentro. Diego se había puesto de acuerdo con mi madre para que celebráramos las festividades todos juntos, y eso significaba una sola cosa, iba a conocer a la familia de mi novio y debía agradarles, técnicamente ya conocía a su hermana mayor pero la parte más importante es su madre.

Conseguí regalos para todos, hasta para los padres de Diego , él me había dicho que no era necesario pero había logrado sacarle un poco de información para tener en cuenta lo que podría gustarles, pero había un problema. Aún no he encontrado el regalo perfecto, bueno acabo de conseguirle unas poleras pero necesito algo más, algo especial.

Reconté el dinero que me quedaba, no era demasiado, pero me alcanzaba para una sola cosa que tenía en mente.

Al llegar a casa me encontré con mi madre y mi hermana en la mesa repasando un libro de cocina.

-¿Qué hacen?-pregunté

-Oh, hola cielo-mi madre beso mis mejillas-estamos viendo que cocinar para

Navidad, debo impresionar a mi consuegra.

-Ni me lo recuerdes-suspiro-no sé si le agrade.

-Tú siempre eres la mejor Lodo -dice Jess, le remuevo el cabello y beso su mejilla en agradecimiento.

-Solo relájate y se tu misma cielo-aconseja mi madre- tantos regalos que traes-dice viendo mis bolsas

-Tenía bastante ahorrado, así que…-me encojo de hombros- Madre-recuerdo en un rato más debo ir a casa de Diego a hacer un trabajo para su clases.

-Si cariño, no lo he olvidado-dice ella volviendo la atención a su libro.

Envuelvo cada uno de los regalos y los escondo en el armario, conozco a mi hermana y bueno mi madre a veces puede llegar a ser completamente una niña a la hora de los regalos.

Tomo mi lienzo y mi bolso con las pinturas, decido no llevar caballete porque puedo pedirle el suyo a Diego .

-Recuerden que tienen que armar el árbol de Navidad-grita mi madre cuando salgo.

La casa de Diego está vacía, me encamino hacia la cocina, no hay nadie pero un delicioso sándwich me incita a comerlo desde la encimera, me acerco y arranco un pedazo para llevármelo a la boca, cuando unos brazos rodean mi cintura haciéndome sobresaltar.

-¿Qué haces comiéndote mi comida Lodo?-dice en mi oído, me giro en sus brazos.

-Hola-digo con la boca llena.

-Hola pequeña-besa mi mejilla- no has venido a despertarme hoy, deje la ventana junta para que entraras-dice

-He ido a comprar los regalos-enlazo nuestras manos

-¿Qué me has comprado?-sus ojos brillan

-Nada-digo lo más normal posible-Ahora vamos arriba que necesito trabajar.

-Te quiero-dice

-Te quiero mucho más-beso sus labios

Tomo mi bolso y el lienzo, voy hacia su habitación, abro las cortinas y acomodo el sofá tras la ventana, traigo el caballete para terminar de acomodar el resto de las cosas. Diego entra en la habitación y se sienta toscamente masticando lo que supongo que es su sándwich, ato mi cabello y lo miro frunciendo en el ceño al ver que esta vestido aún.

-Quítate la ropa-le ordeno.

-Te dije que no lo haría-se queja, me lentamente hacia él, intentando parecer seductora- ni lo intentes, no va a funcionar-dice.

Me siento sobre el poniendo mis piernas a cada lado de su cadera, deposito suavemente un beso sobre su barbilla mientras mis manos acarician su pecho sobre su camisa, oigo un suspiro de su parte mientras mis dedos empiezan a trabajar desabotonando su camisa, lo siento tensarse, sé que se va a oponerasí que lo beso de esa manera en que a él le encanta, una mezcla entre rudeza y amor.

Retiro la camisa de su cuerpo, acaricio su pecho, sintiendo cada musculo de su cuerpo tensarse y relajarse con mi toque, nos dejamos llevar con el beso, presiento que esto va a terminar en otra cosa, pero realmente no me importa.

Sus manos juegan con el borde de mi blusa para finalmente quitarla, sus manos van directamente hacia mis pequeños pechos cubiertos por el bracier, sus besos bajan lentamente por mi cuello erizando la piel a su paso. Casi sin darme cuenta mi bracier ya no estaba en mi cuerpo, siendo reemplazado por sus labios cubriendo uno de mis pezones.

-Déjame hacerlo-gimo enterrando mis manos en su cabello.

-Luego pequeña-besa mis labios salvajemente llevándonos hacia un punto sin retorno, un punto que ambos conocemos muy bien.

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Completamente relajada después de una hora con Diego haciéndome el amor, me paro casi desnuda solo cubierta con la camisa de Diego frente al lienzo en blanco, él se encuentra en la posición perfecta para empezar a retratarlo, la sonrisa en sus labios es imborrable, trazo su contorno un par de detalles en grafito para comenzar con mi trabajo.

Un par de horas más tarde estoy completamente de acuerdo con mi trabajo, he pasmado cada detalle de su cuerpo desnudo en el lienzo, sus tatuajes, los besos y las caricias que he dejado a través de los meses en su cuerpo, puedo percibirlas en mi pintura. Su rostro no es completamente reconocible gracias al rayo de luz que entraba por la ventana, pero aún si esta pintura no fuera mía podría reconocerlo, no por su cuerpo si no porque ha robado mi corazón tanto que he llegado a amarlo.

Corro el caballete hacia una esquina donde nada lo pueda dañar, me acerco hacia Diego quien está dormido, cubierto solamente con una sábana en sus partes bajas, acaricio su rostro suavemente.

-Bebé-susurro y lo zamarreo un poco- Diego .

-mmhm-balbucea.

-¡Diego !-él se sobresalta

-Lodo-se queja

-Lo siento bebé pero ya es tarde y debemos armar el árbol en mi casa-paso mi mano por su cabello.

-Está bien-se estira-pero ¿de verdad no me compraste nada?

-Sabes que si lo hice-beso sus labios y él sonríe cual niño pequeño.

-Vamos entonces-dice alegre.

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Y que importa la edad? Dievica HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora