Capítulo 46

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Narra Lodovica

Principalmente estoy vistiéndome por obligación, ya que tengo dos policías frustrados tras la puerta, mi madre y Diego . Han estado toda la semana, desde que salí del hospital, vigilándome, es que estoy enferma, ni que me fuera a morir. Bueno, mala elección de palabras, porque probablemente eso sea lo que suceda.

Termino de acomodarme las sandalias para ir a mi primera quimioterapia, seguramente en unos meses seré una muñeca pelona, con paños tapando mi cabello, pero eso es algo a lo que me tengo que atener. Abro la puerta y veo a Diego apoyado en la otra pared, me dedica una de esas hermosas sonrisas, que me derriten el alma, en realidad, el me derrite completa, le he rogado que me haga el amor, pero la única respuesta que recibo es un rotundo no.

-¿Nos vamos?-toma mi mano

-Está bien-aprieto su mano y me acerco a su lado en busca de calor.

De camino al hospital, Diego me cuenta que su madre lo había llamado para que fuera a casa conmigo unas semanas. Así que él tuvo la necesidad de contarle a su madre lo que estaba ocurriendo. La verdad es que no se había dado la oportunidad de comentarle, y bueno ahora sabe, y se ha puesto como loca, dijo Diego .

-No me gustan los hospitales-me quejo, mis manos se aferran al fornido brazo de mi novio.

-Créeme, a mí tampoco cielo-se inclina y besa mi frente.

-No quiero hacer esto otra vez-suelto, él se tensa y me frunce el ceño, levanto mis manos en son de paz, no quiero pelear en estos momentos.

-Debes saber que voy a estar contigo amor-su mano da un ligero apretón en mi cintura, atrayéndome más cerca de él.

-Lo sé bebé, pero, ¿Qué pasa si no funciona? Ya ha pasado una semana y después de cada quimio me siento horrible, y no veo que nada suceda-digo

-Deja de ser tan negativa Lodovica , ¿podrías ponerte en el lugar de los demás un momento y dejar de ser así? ¿Podrías?-dice duramente

-Lodovica Comello …-la voz de doctor nos interrumpe, me levanto del asiento para comenzar con esto.

Diego viene tras de mi pero lo detengo, antes de que entre conmigo.

-No entres-él va a reclamarme, pero lo detengo- no quiero que lo hagas y ya no quiero.

Él se queda ahí, mientras yo voy tras el doctor. El doctor me hace acostarme en la camilla, mientras la enfermera arregla unas cuantas cosas.

-Bien,Lodovica-se aclara la garganta-iniciaremos este proceso con quimioterapia por vía intravenosa, así que podría tardar un par de horas en inyectarte completamente el medicamento-vuelve a repetir lo que mi doctor dijo en la primera quimioterapia.

Asentí, de acuerdo con lo que él decía, me acomodé bien en la camilla. La enfermera dirigió hacia mi lado un objeto donde colgaba una bolsa de líquido espeso, me pincho con la jeringa, la afirmo con un trozo de cinta, conectó el tubo a la jeringa y comenzó a descender el líquido espeso.

Tenía los ojos cerrado, tenía el brazo casi dormido, el líquido era lo suficientemente espeso como para que me doliera un poco. Puse atención a los pasos que se acercaban, pero no abrí los ojos.

“Ya no intentaba evocar su recuerdo.

Ella volvía cuando quería, en sueños, en mentiras y en sensaciones vagas de algo ya vivido.

A veces, por ejemplo, cuando se dirigía al trabajo, veía a una pelirroja en una esquina cualquiera y por un sobrecogedor instante habría jurado que era ella.

Enseguida advertía que su pelo era más bien rubio que rojo.

Además, sostenía un cigarrillo… Y llevaba una camiseta de los Sex Pistols. Eleanor odiaba a los Sex Pistols.”

Y que importa la edad? Dievica HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora