Capítulo 44

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Habíamos recorrido cada uno de los hermosos lugares aquí en París, Diego estaba encantado con el Museo Picasso mientras yo había quedado maravillada con el Roseraie de Val-de-Marne, le comenté a Diego que si algún día tenía una casa haría un jardín tan hermoso como aquel.

Nuestra cámara estaba repleta de fotos de todos los lugares que habíamos visitado, íbamos a revelar cada una de ellas por que Diego tenía la idea de que hiciéramos un mural con toda nuestras fotos, claro que cuando me comentó aquello me lancé a sus brazos repitiéndole lo mucho que lo amo y, que atesoro lo tierno y cursi que a veces puede llegar a ser.

-No quiero irme de aquí nunca-sus brazos me rodearon suavemente.

-Yo tampoco-suspiré, me acomodé en su pecho desnudo.

-¿Estás bien?-me mira directamente a los ojos, yo asiento- desde ayer has estado muy cabizbaja y no quisiste cenar.

-Solo, estaba un tanto descompuesta-besé su mejilla- pero ya vez que estoy bien- mentira, estos últimos días había estado sintiéndome pésimo, pero no quería arruinar nuestros días aquí en Paris, además pasado mañana nos volvíamos a casa.

-Entonces, levantémonos y vamos a comer un poco de lasaña que estoy muriéndome por un poco de eso en el restaurante de la esquina-dice

-Vamos pues-sonrió.

Diego ordeno lasaña para nosotros dos y una botella del mejor vino del lugar, bueno él puede tomar todo lo que quiero porque con respecto a mí, no me gusta el vino para nada.

-He quedado enamorada de aquel jardín-comento

-Sabes que podemos hacerlo en nuestra casa pequeña Lodovica - sé que se refiere a la casa de sus abuelos.

-Tú casa, no mía-acoto

-Cuando nos casemos iremos a vivir allí-dice, le frunzo el ceño y él sonríe

-Tú te casaras solo cariño-le dedico una burlona pero encantadora sonrisapero, ¿de veras tu nos ves casados?-inquiero curiosa

-Por supuesto, ¿tú no?-acaricia mi mano por encima de la mesa

-No, sí, bueno no sé. Pero quizás tú te aburras de mí en unos años más y no pienses lo mismo-susurro, el suelta una risotada

-¿Has escuchado lo que has dicho Lodovica ?-sonríe- yo no me aburriré de ti cielo, jamás podría aburrirme de esos deliciosos labios- relame sus labios sin quitarme la mirada de encima- además, me encantan esas traviesas y pequeñas manos que me recorren el cuerpo, me encantan aún más cuando me tocas la po…-

-Ya-chasqueo sonroja- no sigas-el aprieta suavemente mi mano, se inclina sobre la mesa y me besa suavemente, rozando nuestros labios tentadoramente para luego dejarme sin aliento, siempre es así y luego miles de mariposas explotan.

-Señor-la voz del camarero nos interrumpe, él se acomoda en su asiento mientras yo solo puedo sonrojarme aún más. El camarero nos pone un plato de lasaña ante cada uno de nosotros y nos disponemos a comer.

Una romántica canción suena suavemente en el restaurante, no sé de quién es pero la letra me parece emocionante, creo que mi madre la escuchaba después de cada cita con su novio.

“Regálame tu risa,

Enséñame a soñar,

Con solo una caricia me pierdo en este mar”

Observo cuidadosamente a Diego , sé que él probablemente no entienda la letra, pero yo sí. Me pilla observándolo y sonríe.

-¿Qué?

Y que importa la edad? Dievica HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora