Capítulo 20

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Me abalance sobre sus brazos, necesitaba saber si me quería, si de verdad lo hacía, aunque sabía que lo hacía una parte de mi necesitaba saberlo, comprobarlo, lo bese suave y eróticamente, explorando nuestras bocas.

-Necesito que me demuestres que me quieres-dije sobre sus labios, el sonrió

-Lo hare todos lo días pequeña-negué con la cabeza, abrí mi camisa revelando mi sujetador sin importar lo pequeño de mis pechos

-Necesito que lo hagas ahora-pase mis manos por sus hombros, rodee su cuello y enrosque mis dedos en su cabello- Hazme el amor Diego -el suspiro pesadamente, me giro entre sus brazos, pegando mi espalda contra su pecho, bajo lentamente mi camisa por mis hombros regando unos cuantos besos, suspire, el me hacía sentir tan bien, nadie, nunca podría igualar las caricias de Diego , retiro mi sujetador, paso sus manos por mi espalda y luego las llevo hacia adelante para atrapar mis pechos entre sus manos, los acaricio lentamente, acerco sus labios a mi oído.

-Voy a hacértelo lento, quiero que me sientas Lodovica-abrazo mi cintura, me deposito lentamente en la cama, él se quitó sus jeans y sus boxers, mordí mi labio inferior, nunca dejaba de sorprenderme el tamaño de su longitud tan prominente, se acercó a mí, y beso cada centímetro de mi cuerpo, ya no podía aguantar ni un minuto más así que lo tome de sus nalgas y lo atraje hacía mí, nuestros sexos se rozaron- pequeña ¿tomas la pastilla?-asentí lentamente-necesito sentirte nena-atrape sus labios, el me despojó de mis bragas, sentí la cabeza de su miembro rozar mi entrada, enterré mis uñas en su espalda al sentirlo entrar lentamente en mí, el aliento se me atasco en la garganta, me arqueé contra él, se apoyó con los codos a cada lado de mi cabeza y comenzó a envestirme- te sientes tan bien pequeña.

-Diego -gemí

-Prometo no volver a herirte Lodovica , me hacías tanta falta-jadeó, mordí su hombro para reprimir mis gritos, lo sentía tan profundo que no aguantaría mucho tiempo, apreté el agarre de mi piernas en su cintura, alcé mis caderas para encontrar sus embestidas, el acelero el ritmo y yo encantada recibía sus golpes, una electricidad recorrió mi cuerpo, mis paredes se contrajeron y convulsioné en sus brazos.

-Diego, Oh, Diego -grité

-Lodovica -se derramó en mí, me abrazo en mitad de la noche, recosté mi cabeza en su pecho y nos tapó con una sábana intentando recuperar nuestro aliento, tracé círculos sobre su vientre haciéndolo soltar una pequeña risa, el acariciaba mi espalda con sus grandes manos- aún no has dicho la palabra-besó mi sien, sabía a lo que se refería.

-Tu sabes que lo hago, no necesito decirte para que lo sepas-lo miré

-Pero quiero oírla de tus preciosos labios-cerré mis ojos

-Te quiero-susurré

-¿Qué?-me miro haciéndose el desentendido, bufé

-Te quie...-sus labios atraparon los míos, suspiré, estaba irrevocablemente enamorada de este hombre, pero aún no admitiría eso, con un te quiero basta por ahora.

Y que importa la edad? Dievica HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora