Capítulo 49

1K 50 5
                                    

Mi cuerpo se paralizo completamente, ¿esto iba en serio?, mire su labio que tiritaba ferozmente, sus ojos hinchados y volví a caer en la realidad, esto era real, esta mierda estaba sucediendo. Me alejo de sus brazos, sus ojos cristalizados me miran con temor, me levanto, necesito salir de aquí, ahora...

¿Lodovica ?-solloza, me acerco hacia la puerta, lo escucho levantarse-¿Amor?

-Quédate, necesito pensar-digo, mis pies no necesitan ni un minuto más y emprenden camino rápidamente por las escaleras.

¡Lodovica !-escucho como grita mi nombre, no puedo con esto, no puedo.

El viento golpea en mi rostro, mi corazón se acelera y la respiración se entrecorta, no sé dónde voy, solo puedo seguir corriendo sin rumbo alguno. El celular vibra en mi bolsillo, no quiero hablar con nadie, no entiendo las razones, mis preguntas aún no han sido contestadas, ¿Por qué a mí?

Me aferro a la baranda del puente, no sé que estoy haciendo. Observo como el agua fluye bajo mis pies, siento como la vida se me escapa de mis propias manos, ahora que puedo hacer algo para salvarme no encuentro la manera de hacerlo. Mi vida ha dependido de un hilo ya una vez.

Cierro mis ojos y recuerdo el momento en que la sangre se escurría por mis dedos, como mi corazón quemaba en ese momento. Recuerdo los ojos llenos de pánico de Diego , su rostro pálido, cuando el cielo se abría ante mis ojos y veía mi vida pasar ante mis ojos en tan solo un segundo. De nuevo, eso es lo que va a ocurrir, pero esta vez no tendré oportunidad, esta vez me iré de verdad. Creo que no me duele, pero tan solo recordar la expresión de Diego la vez en que mi padre me disparó, el rostro de mi madre cuando desperté en el hospital, pensar que no veré a mi hermana crecer y rogarme que la ayude a escaparse para ver a un novio, todo esto hace que mi maltrecho corazón reúna sus pequeñas piezas destrozadas para unirse y estallar en mil pedazos otra vez.

-¡¿Qué mierda sucede contigo?!-grito al viento, ni siquiera se a quien le estoy gritando en realidad- ¡Si vas a llevarme hazlo ya!- saco el pañuelo que está puesto en mi cabeza y lo empuño- ¡No quiero esto!- estoy por arrojar el pañuelo, pero su suave contacto me recuerda a él, Diego fue quién me lo dio.

Apego el trozo de seda a mi pecho, las lágrimas resbalan por mis mejillas, me estoy rindiendo. Traspaso la baranda con cuidado de no caer, es irónico porque eso es lo que quiero hacer. Sostengo el pañuelo en mi mano mientras me afirmo con la otra, solo debo soltarme y toda esta mierda estará solucionada. Cierro mis ojos y escucho el ruido del tráfico londinense, aflojo el agarre de mi mano, pero unos brazos rodean mi cuerpo evitando que caiga.

-No lo haga señorita, por favor-vagamente recuerdo esa voz, suelto el aire que estaba conteniendo mientras que la persona me saca de aquel lugar.

Un carro de bomberos está ahí, un anciano bombero corre hacia mi con una manta entre sus manos y ola coloca sobre mis hombros, los brazos siguen aferrados a mi cuerpo sin soltarme aún.

-¿Lodovica ?-giro mi rostro para ver a la persona que me ha rescatado de mi propio martirio.

-Hola-le digo a Marco, hacía tiempo que no lo veía, la última vez que lo vi fui a su departamento a decirle que también lo había utilizado.

-¿Qué se supone que estabas haciendo?-me mira fijamente, inspecciona mi apariencia, ¿te sorprende ver a una bomba de cáncer Marco? Estoy tentada a decirle

-Huyendo de los problemas-miro su mano, lleva un anillo de bodas, me alegra saber que alguien es feliz, quisiera aprovechar mi tiempo, y mira como lo estoy perdiendo.

Me suelto de su agarre, atraigo más la manta hacia mi cuerpo y comienzo a caminar, no voy a perder más tiempo.

-¡Hey señorita!-dice alguien, apresuro el paso.

Y que importa la edad? Dievica HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora