6: accidente

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¿Por qué me sigues? Es molesto —chasqueé la lengua para recalcar cuanto me fastidiaba. Jungkook no se inmutó ante mis palabras, caminaba silenciosamente a mi lado con las manos metidas en los bolsillos de su elegante chaqueta. De vez en cuando silbaba, mirándome disimuladamente de reojo, mientras pateaba algunas piedras hacia mi lado para ganarse mi atención.




Me di cuenta de lo mucho que se diferenciaban nuestras formas de vestir. Mientras yo adornaba mi sensacional trasero con unos pantalones de chándal bohemios e iba a comprar con las zapatillas de andar por casa de mi madre, él era exactamente lo opuesto a mí. Jungkook vestía con ropa cara, incluso sus zapatos parecían ser nuevos. Me estremecía cada vez que pisaba algo de suelo sucio, las suelas de sus zapatos ahora debían de estar sucias.



Muchos pares de ojos estaban fijos en nosotros. Debía parecer una madre aburrida trayendo a su hijo al supermercado.



—¿Luego podré probar tu cocina? —La cara de Jungkook apareció de repente en frente de mí, haciendo que parara en seco sobresaltada. Estaba inclinado, con su rostro a centímetros del mío. Mis ojos lanzaron miradas a la piruleta que estaba chupando, sus brillantes labios teñidos de rojo. 



Se había quitado la chaqueta y la llevaba sobre su hombro. Para nada presté atención a sus bíceps tensándose bajo su camisa blanca mientras estiraba su brazo.



—¿Y por qué piensas que tienes el privilegio de probar mi comida? —repliqué, escondiendo mi sonrojo bajo mi cara de póquer. Los rojizos labios de Jungkook se curvaron en una sonrisa, al mismo tiempo que se incorporaba, con sus ojos aun clavados en los míos. No perdió el tiempo y entrelazó sus manos con las mías, arrastrándome por la calle.



—Déjame ir, Juanpito —luché por soltarme de su agarre, pero no dio su brazo a torcer. Finalmente me di por vencida y lo seguí obedientemente, sus leves risas enviando un par de mariposas más a mi estómago.



Hace tiempo que no como comida casera —Jungkook me lanzó una mirada suplicante¿Podrías hacerme de comer por favor?



—Ugh, vale, vale. ¡Pero promete no volver a molestarme después de esto! —acepté de mala gana, me marché enfadada y con la bolsa de la compra en mis manos. Jungkook me siguió con entusiasmo y enseñando una amplia sonrisa durante todo el camino.



—Te ayudaré —se ofreció, inclinándose por detrás de mi espalda y estirándose hacia mi mano. Mi corazón dejó de latir por un momento mientras él me abrazaba por detrás, nuestros cuerpos se rozaron por un agonizante segundo antes de que me quitara la bolsa con la comida.



—¿Qué vas a hacer? —las comisuras de sus labios se alzaron cuando observó el rubor en mis mejillas.



—... Pasta —respondí en voz baja, dándome la vuelta para evitar su mirada. Mierda, esto es peor de lo que yo pensaba.



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—¿Hay alguien en casa? —preguntó, agachándose para quitarse las zapatillas. Me quité las mías en un gesto algo brusco, una de ellas salió volando hacia el fondo del recibidor.



—Solo estamos tú y yo —dejé las bolsas de la compra en la mesita. Los ojos de Jungkook se iluminaron ante mis palabras, parecía estar de muy buen humor.



—¿No es esto como una... cita? —Jungkook se acercó a mí que estaba detrás de la mesa de la cocina. Se inclinó hacia adelante, con los codos apoyados en la encimera y me miró—. Como una cita en casa, cocinando juntos... y ese tipo de cosas.



—Juanpito, las personas involucradas tienen que gustarse, y a mí no me gustas. Así que no, esto no es una cita —contesté tranquilamente, encendiendo los fogones. Mi respuesta divirtió a Jungkook.



—¿Vas a parar de mirarme? —lo fulminé con la mirada, sujetando un cuchillo con la mano. Se quedó de piedra por un momento, pero pronto recuperó la expresión juguetona.



—Te queda demasiado bien el delantal. No es mi culpa —me examinó de arriba a abajo.



—Hazme el favor y vete a jugar por la casa o algo, ¿de acuerdo? O no te voy a preparar una mierda —lo amenacé. Frunció el ceño, pero me hizo caso obedientemente. Seguí con la mirada su figura mientras desaparecía por la cocina, e inmediatamente la calma volvió a mí.



No quería admitirlo, pero este chico siempre se salía con la suya conmigo. Sea como sea, es extrañamente convincente, y me hace sentir emociones que nunca antes había sentido. Mientras removía el curri en la olla todos mis pensamientos estaban centrados en Jungkook. No es un mal chico... creo.



Entonces recordé algo. Hoy era el DÍA DE LA COLADA.




—¡MIERDA! —grité para mi misma en un susurro, apagando el fuego y limpiándome en mi delantal. Mis piernas corrieron tanto como pudieron, abriéndome paso hasta mi habitación, para acabar encontrando a Jungkook allí parado, de espaldas a mí.








Y esparcida encima de mi cama, estaba toda mi ropa interior de lunares.

RIVALS || jjk. (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora