Primera Parte . Capítulo 1. Verano de Fuego.

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  • Dedicado a A mi pequeña familia
                                    

Primera Parte

1

“Un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.” 2 Reyes 2:11

“Un día muy lejano, el dios sin nombre se hizo la reflexión de que debía crear un mundo. Tenía la tierra, el agua y el fuego y eso le bastaba para dar forma a cualquier cosa que deseara formar. Así lo hizo, creando tres planos que componían un único Universo.”  Mitos Incas.

 

Era verano y la Gran Tiri enviaba sus señales a los cielos.

Era verano y el fuego llamaba al fuego desde la tierra.

Era verano, el calor de la larga tarde apenas empezaba a disiparse.  Un calor que interrumpía las labores del poblado desde poco antes del medio día hasta ya avanzada la tarde.

No se tenía permitido ver de frente a la Gran Tiri cuando daba sus señales de fuego. No sin antes haberse purificado en los manantiales. Tipotaniye lo sabía, así que corrió raudo hacia el río de tibias aguas, que a esa hora de la joven noche humeaba de forma misteriosa. Realizó la corta ceremonia ( consistente básicamente en lavar cara y manos y hacer las señales de respeto a Ngumuy Nequepio ) y apenas salir del agua se orientó hacia el Este.

Fue justo a tiempo para ver una segunda explosión de fuego y lava, y por enésima vez en su joven vida se maravilló del espectáculo y del ruido sordo de las rocas que bajaban encendidas por las paredes de la Gran Tiri.

Por su preparación como acólito Tipotaniye sabía muy bien el respeto que debía mostrarse a la que originaba la vida , Ngumuy Nequepio ( Madre Tierra ) y , también a Tipotani, el Padre que vino del cielo en su tortuga voladora para engendrar a su tribu. Entendía también que las espectaculares explosiones eran tanto un recordatorio para su tribu, como un mensaje luminoso de Ngumuy Nequepio para su amante lejano.  En las últimas lunas los mensajes se habían multiplicado y Tipotaniye interrogaba a menudo, de la forma más sutil posible a Choretegaye ( el Gran Médico Brujo ) para que le revelara si eran las señales que tanto ansiaban y temían.  

Las profecías dejadas por el dios Tipotani antes de ascender por última vez a los cielos decían que su tribu sería arrasada y sometida por los hombres barbados. Ellos, que serían tan blancos como la luna y montarían horribles bestias acabarían con el mundo que conocían, y sólo unos pocos de su linaje sobrevivirían para ver el regreso de Tipotani. Esos, sus lejanos nietos, verían el regreso triunfante de Tipotani , donde se unificaría toda la creación de los dioses de los cielos y de Ngumuy Nequepio.

Según Choretegaye , los fundadores de su tribu estaban ahí el día que los últimos Hermanos TipoTani montaron en su tortuga voladora, y se elevaron por última vez hacia los cielos.   Desde entonces habían cumplido sus designios, pasado el legado de sus conocimientos de una generación a otra y aprovechado sus dones.

Tipotaniye hubiera deseado no creer la profecía, ya que prácticamente sería el fin del mundo que conocía, decía que vivirían aislados, escondidos, ignorados, como parias, por centurias antes de que volviera TipoTani. Quisiera que los designios de los dioses fueran más favorables. Quisiera no llevar el nombre que llevaba ahora, que le consagraba a TipoTani. Quisiera… , pero había visto tantas muestras de la sabiduría de Choretegaye, y tantas veces había visto como sus profecías se hacían realidad que finalmente se había resignado a su Destino. ¿ No sabía Choretegaye siempre cuando acabaría el invierno? ¿ No sabía cuándo nacerían los lechones ? ¿ No sabía si habría buena o mala cosecha de maíz ? ¿ No anticipaba incluso la señales de fuego que los dioses pondrían muchas lunas después en las estrellas ?

Tipotaniye había sido ungido acólito en la Gran Ceremonia 2 años atrás. Habían viajado hasta las tierras del norte, y en lo alto de la Gran Pirámide había visto como más de tres mil almas eran testigos de su ordenación.  Si la Gran Catástrofe llegaba a lo largo de su vida, el debía guiar lo que quedara de su tribu, aceptar su Destino y mantener vivo el rito y el conocimiento de TipoTani para estar listos para Su Regreso. La esperanza estaría sólo ahí, al final, los hombres barbados cumplirían su papel ( a sangre y fuego ) , ellos, el suyo, y al final , si los que estuvieran vivos a Su Regreso eran dignos, podrían al fin ser como los Hermanos TipoTani y ascender con ellos a los cielos.

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