Capítulo 11. Atardeceres.

36 2 0
                                    

11

Caía la tarde sobre los palenques y los últimos rayos del sol coloreaban las pocas nubes en todos los tonos de amarillo y rojo que TipoTaniye conocía, y algunos más.

La tarde caía y TipoTaniye se preguntaba cómo era que cada atardecer era siempre diferente.

Ese atardecer no fue común, Chorotegaye había sido convocado a última hora de la tarde para un juicio. El quería que sus acólitos estuviesen en las primeras filas pues quería que apreciaran cualquier sutileza del proceso.  Rara vez sucedía que una disputa llegara al punto donde el Cacique y el Chamán debían determinar un castigo.  La necesidad de sobrevivir y los valores de respeto a la vida, incluida la vida vegetal y animal, hacían que el pueblo fuera muy unido y respetuoso entre ellos. Aunque la figura del jefe era autoritaria y tenía sus prerrogativas ( al igual que la del líder espiritual ) , apenas era posible notar esas diferencias, y para un observador poco avezado era necesario un tiempo de convivencia para notarlas.  El concepto de  propiedad privada apenas empezaba a esbozarse, prácticamente todos los recursos de que disponía la tribu eran comunitarios.  La caza, la pesca, la recolección y más recientemente las siembras , y la cría de los chanchos eran una actividad hecha por y para la comunidad.

La necesidad de compartir y de sobrevivir en un ambiente muy rico, pero a la vez peligroso, hacía que el dominio de sí mismos fuese la cualidad que más trataba el chorotega de desarrollar en sus jóvenes.

Esa tarde había sido la excepción.  Dos jóvenes mozuelos de 12 y 13 años se habían enfrascado en una disputa ( cuyo motivo no estaba claro ) y habían terminando dándose de los golpes, mientras sus madres trataban de separarlos. Uno de ellos había perdido un diente, probablemente permanente, y el otro tenía magulladuras en media cara, y se había quebrado uno de sus dedos. En su lucha campal habían empujado a una de sus madres que cayó sentada en un lodazal.  Aunque su tribu organizaba frecuentemente festejos y la lucha era parte de las competiciones, siempre era en un ambiente de camaradería y sana competencia. El comportamiento de los jóvenes era inaceptable.

En la indagatoria que  hicieron el Cacique y el Chamán salió a la luz que el motivo real de la competencia era una vieja disputa sin sentido entre ambos jóvenes respecto a las cualidades y calificaciones de sus respectivas madres. Ambos vivían en hogares donde faltaba el hombre del hogar. Uno había muerto en la guerra, y el otro, se había ido hacía tiempo a la tribu del mar, y su mujer, no quiso acompañarle.

Chorotegaye y el Cacique se retiraron a deliberar, y en escasos diez minutos tenían su veredicto.

El Cacique habló : Decimos que los dos muchachos han de ir con Tayel – que venía ser como el segundo del Cacique y el principal organizador y distribuidor de trabajos – y él les asignará en los grupos las labores más fuertes y a realizar más temprano por la mañana. En estas labores estarán asignados durante todo el ciclo lunar.

Normalmente estas labores eran turnadas en tramos de 3 días, como máximo, entre toda la fuerza activa de la tribu.

Luego habló el Chamán : Quién tiene todos sus dientes no comerá carne durante este período, para que tenga claro el daño que ha hecho a su hermano. Y quién tiene todos sus dedos perfectamente sanos, usará sólo la mano izquierda para las labores manuales, durante este mismo período. 

Aunque el chamán sabía que con los cuidados de la curandera y su petición de ayuda al otro mundo, ambas heridas sanarían en poco tiempo, el daño pudo ser mucho peor, si no hubiese habido quién los separara.

Explicó más : Lo que hacemos a nuestro hermano, lo hacemos a nosotros mismos. Lo que hacemos a la Madre , nos lo hacemos a nosotros.  Por eso hemos de agradecer a la Madre cuando matamos una de sus criaturas para alimentarnos, por eso hemos de sembrar 2 árboles cuando talamos uno, por eso hemos de mantener siempre limpios los ríos.  Esta tierra fue pisada por los antiguos. En estas mismas tierras barridas hoy por el viento caminaron los abuelos de nuestros abuelos, y nos las han dado plenas e íntegras. El reflejo del sol en esos ríos fue contemplado por TipoTani cuando nos dio la chispa de entendimiento.  Al calor del fuego de madera de estos árboles se calentó nuestra tribu luna tras luna, año tras año. Debemos honrar la vida pues es el Su Regalo.

Los castigos impuestos por las autoridades eran respetados a toda cabalidad y sin excepción, incluidos los rarísimos destierros. No era necesaria vigilancia alguna para asegurar su cumplimiento, el honor estaba en juego.

Pero el Chamán no había terminado : Finalmente, los 4 ( ambas madres y ambos muchachos ) compartirán un solo palenque y los 4 y sólo ellos 4 serán responsables de su sustento y labores diarias durante este mismo ciclo lunar.  Deben recordar que todos somos una familia, y que compartimos los Dones de Ngumuy Nequepio entre nosotros y con todos las criaturas vivas.

Pocas amistades florecieron más en la tribu de la Gran Tiri que la de esos dos muchachos, y sus madres…

Amos de EsferasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora