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Era medio día y el poblado estaba como paralizado.
Ya era medio día y Tonatiuh castigaba con su calor cada centímetro de la llanura.
Desde sus hamacas la tribu soportaba el calor, descansaba , dormía o pensaba cada uno en sus cosas.
Hasta la Gran Tiri parecía como sumida en el sopor del medio día.
Xihuaní llegó al palenque, cercano a la tipoya, donde TipoTaniye compartía su etapa de preparación con otros dos acólitos. Uno de ellos se especializaría en el arte de curar. Y él y otro, en el contacto con el otro mundo. Su compañero de estudio, Tosteye, se preparaba ahí, aunque pertenecía a una tribu del Norte, que había perdido a su Chamán antes de terminar la preparación de su sucesor.
Saludos TipoTaniye. He traído algo para ti, dado que tu consejo ha dado frutos. ¿ Puedo sentarme? – preguntó Xihuaní.
Puedes - contestó TipoTaniye, mientras entraba a traer un vaso de agua para su visitante y rápidamente se lo ofrecía.
Xihuaní agradeció el agua, entregó los frutos de cacao y resumió el resultado de su encuentro nocturno. Tosteye que se había acercado a escuchar fue bien recibido así que se enteró en parte de lo sucedido la noche anterior.
Dado que nadie volvería a sus labores antes de las tres de la tarde, y todos habían almorzado como era costumbre, al terminar la jornada de la mañana a eso de las once, Xihauní pensó que si no era molestia para los jóvenes podría conversar un rato con ellos. Los vínculos entre la tribu se establecían tanto en el trabajo y la defensa conjunta que les permitían sobrevivir, como en el compartir de conocimientos, prácticos y místicos, y conocer más a jóvenes que acabarían siendo Médicos Brujos, no estaría de más.
Mirá TipoTaniye – empezó Xihauní – ya sé que me has dicho que no te importa, pero lamento haber traído el asunto del jaguar ayer. TipoTaniye estaba acostumbrado a ciertas tensiones que resultaban siempre de la mención de su extinto padre. La gente no comprendía que su edad a ese momento había servido para que sus recuerdos fueran mínimos y se atenuaran. Intuía y sabía que había algo oscuro en la muerte de su progenitor. El haber quedado paralizado ante el jaguar en contra de la orden del Jefe de la cacería, podría parecer una falta de valor para un cazador. Su padre se había destacado más por la fabricación de excelentes lanzas y flechas de caza, inclusive armas de defensa, como el garrote con cuchillos de obsidiana. Pero había participado en muchas cacerías y de ninguna forma se le consideraba un cobarde. No habría vivido para tener hijos si fuese así. La forma en que ocurrió su muerte tenía eso sí, como mínimo un ingrediente de mala suerte que nadie quería atraer hacia sí.
Ya regreso – dijo TipoTaniye y desapareció de nuevo en el palenque, regresando al poco con un objeto de aspecto extraño en su mano derecha. Xihuaní y Tosteye lo miraron con atención. Era la garra disecada de un jaguar.
La gente de mi tribu ha cuidado de mi madre ( mientras vivió ) y de mí – dijo TipoTaniye. Nunca nos faltó nada y especialmente Chorotegaye ha tratado de guiarme en los asuntos que tienen que ver con mi papel como hombre acá. No dudo que la muerte de mi padre me haya marcado de alguna forma, pero trato de no darle tanta importancia. Esta garra de jaguar me la regaló mi tío, que vive en otro poblado, en el Valle Sagrado, en mi viaje de Peregrinación. Esta garra me ha ayudado a vencer mi pasado. Quisiera que los demás de mi tribu hicieran lo mismo.
¿ No quiso tu tío que vivieses con él ? – preguntó Tosteye.
Quiso sí. Mi madre lo pensó un tiempo, pero ella realmente amaba estas llanuras. Yo conozco el Valle de los dos Ríos. Es realmente bonito, pero te sientes como encerrado por esas montañas. Además su fé siempre estuvo muy ligada a la Gran Tiri, como lo está la mía. Dudo que alguien que haya sentido tan cerca el poder de la Madre quiera irse de acá jamás. Esto dijo Tipotaniye y en sus adentros pensó que aunque no quisieran irse, el momento llegaría en que tendrían que hacerlo, todos ellos. O quedarse allí a morir.
Debe haber sido difícil para ustedes dos – terció Xihuaní.
Fue. Un poco. Supongo. Aunque en realidad Chorotegaye ha sido como un padre para mí, y no faltó también quién se ofreciera a tomarme como aprendiz, para cazar, para sembrar el maíz o incluso para trabajar la obsidiana o las flechas, como mi padre. Chorotegaye siempre tranquilizó a mi madre diciéndole que el jaguar había acatado las órdenes de los dioses, sólo para que yo pudiera entrar a Su servicio. Dice que es claro ya que la vida del gato fue perdonada. Dos días después dicen que han vuelto por allá a seguir su rastro, se sabe que herido un jaguar es aún más peligroso. El rastro de sangre seca llegaba a un punto y simplemente desaparecía. Chorotegaye dice que el jaguar se curó por magia. Esto lo explicó TipoTaniye entornando los ojos mientras pensaba en el gran jaguar y el destino que habría tenido.
Creo que mi madre ha superado todo en forma rápida. Nunca le faltó habilidad y tanto tejiendo como enseñando a los chicos las palabras de contar podía hacer los trueques suficientes para que no nos faltara nada. Su muerte tan joven ha desconcertado siempre a Chorotegaye. Ese sí ha sido un trago amargo para mí, y de eso sí prefiero no hablar mucho. Tipotaniye dijo esto último e hizo una larga pausa respetada por sus contertulios. Luego amplió un poco más : Hubiese querido una vida de más aventura para ella, hubiese querido que pudiera morir frente al mar como siempre decía. Nuestra posición era alta cuando vivía mi padre. El era un maestro de armas, y ella una maestra tejedora. Hubieran podido establecerse en cualquier territorio de la tribu. Pero bueno, así han querido los dioses que sean las cosas, y si las profecías se cumplirán como asegura Chorotegaye la verdad agradezco que ellos estén ya caminando en el otro mundo. Xihuaní quiso saber un poco más sobre las profecías. Era un tema que temía y a la vez le fascinaba. Tosteye respondió la mayoría de sus inquietudes de la mejor forma que pudo, mientras TipoTaniye apenas les oía y trataba de rememorar los pocos recuerdos que pudiera tener de su padre. Le recordaba en el paseo al lago, llevándole de la mano y sonriendo a todo el mundo. Le recordaba sosteniéndole en sus regazos una noche donde la Gran Tiri estuvo especialmente inquieta, y él , aún muy pequeño, estaba inquieto también. Y esos era todo. Tal vez algún fragmento de una canción, que su padre quiso enseñarle, y el repetía equivocando algunas palabras . Era una canción de caminata, de las que usaban para llevar al ritmo en un viaje de caza, por ejemplo.
Recordaba también el funeral. Recordaba la momia de su padre enterrada con dos de sus mejores lanzas. Con una falda tejida hecha por su madre. Con el penacho de plumas, propio de cazadores y guerreros, pues su muerte fue en la caza. Y la cornamenta de un colablanca. Habían lanzado flores, y agua, el agua para que no hubiera sed en el viaje al otro mundo, y las flores para alegrar un poco la soledad del espíritu que debía dar El Paso. Recordaba también la canción que más bien era un lamento , que entornó el pueblo completo. Las lágrimas bajando por las mejillas de su madre. Y él tan quieto, tan ajeno a todo. Ahora entendía que en ese momento no sabía claramente lo que pasaba. Sólo que todos estaban muy tristes y se suponía que él debía estarlo también. Suponía que debía llorar, pero el llanto no acudía. El que yacía en la tumba era casi un extraño para él ahora que sus recuerdos se habían borrado en el olvido. ¿ Qué edad tenía? ¿ Cuatro años ? Cinco como mucho.
La misma calma que mantuvo durante el funeral de su padre la utilizaba ahora cuando debía ayudarle a Chorotegaye a preparar algún entierro. Sacar el cerebro por la nariz de un cuerpo no era tarea fácil para alguien con un carácter voluble. Chorotegaye le decía que los dioses también lo habían llamado por su fuerza. TipoTaniye no pensaba que fuese especialmente fuerte. Su actitud ante la muerte tenía otra connotación, él lo sabía, se llamaba indiferencia.
Pocas ceremonias congregaban toda la tribu. Siendo parte del imperio Chorotega, la tribu de la Gran Tiri había crecido probablemente hasta el tamaño máximo que podría albergar. Los recursos naturales sobraban pero la organización de un grupo humano mayor supondría ascender de categoría y no creían estar preparados para ello. Más de doscientas personas eran entonces pero Chorotegaye le había contado de grupos enormes, incluso él mismo había conocido ya la ciudad del valle, donde la Esfera Negra era el centro de una ciudad que albergaba más de mil almas. Chorotegaye le había hablado de una tribu hermana muy al Norte, y de la ciudad de Cien Mil Almas. TipoTaniye había empezado ya la instrucción para sus Viajes. Así que pensaba que no tardaría en constatar algunos relatos de Chorotegaye.
Los garrobos hasta entonces habían estado inmóviles como estatuillas, las bocas abiertas, tan sedientos de sol que era incomprensible. Empezaron a moverse en la playa del río. Supo entonces TipoTaniye que se acercaban las tres de la tarde y la actividad volvía a su tribu.
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Amos de Esferas
Historical FictionEn los tiempos de la conquista española de la América Latina, una tribu centroamericana resulta ser un sitio más del gran entramado mundial de "lugares sagrados" , que fueron visitados en tiempos remotos por extraterrestres. Un acólito quién debe gu...