Capítulo 13. Una amazona morena.

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En metates de piedra unas manos morenas palmeaban tortillas.

De las manos morenas las tortillas tan blancas. Tan buenas que todo lo demás era un acompañamiento.  El pueblo de la Gran Tiri podría haber vivido de tortillas y agua.  

Los chorotegas creían que cada pequeño grano guardaba la energía del Sol, y que la alquimia del metate, la cal y las manos de sus mujeres las transformaban en representaciones de la redonda luna que regía sus vidas.  El maíz se sembraba desde hacía varias generaciones en milpas de perfecta geometría. La amplia llanura facilitaba la delimitación de terrenos, y la bendición de la tierra volcánica aumentaba su productividad. Había además del maíz amarillo, otras variedades rojas y moradas.

Terminada la reunión el Cacique les pidió que le acompañaran a almorzar. Era ya pasada la hora, pues estaban cerca del medio día, así que TipoTaniye y su maestro aceptaron de buen grado.  De buen grado Avancari se hubiera retirado a comer en otra parte pero no quería dejar la senda despejada al taimado de TipoTaniye para que cortejara a Nandayure. Aunque tenía su nombre dado por su tribu original, desde niña se conoció a la chiquilla como Nandayure y ella y su nuevo pueblo terminaron olvidando el original.

Comieron en silencio hasta que Nandayure instó a Chorotegaye a que le contara alguna de las historias de sus Viajes.  No se consideraba del todo apropiado interrogar a un Chamán sobre estas cuestiones, pero a la princesa se le perdonaba casi todo.  Durante la comida intercambiaron varias miradas la muchacha y TipoTaniye y su madre sonrió al recordar cuando a ella también la recorrían las hormigas al mirar al Cacique.

Tal vez les guste saber pues, que existe una tribu hermana, allá al Norte, que domina unas fuerzas legadas por TipoTani, con las que dibujan formas en sus maizales. Las forman le indican a TipoTani y sus Hermanos el camino desde los cielos – contó Chorotegaye. Las hay de espirales, de estrellas y de jaguares, muchas me recuerdan las que hemos visto también en los Viajes a la tribu de Nazca al Sur – explicó Chorotegaye mientras miraba a TipoTaniye que asentía.

Esas narraciones fascinaban a Nandayure, que aunque era una apasionada de la cacería y las actividades físicas ( al punto que para algunos perdía feminidad ), también se interesaba mucho por el otro mundo.  Era extraño que no se interesara en los artes de las curanderas, que eran el típico complemento de los chamanes.  Mientras comía su “gallo” de carne de cerdo Nandayure pensó que los conocimientos y experiencias que adquiría TipoTaniye día con día lo hacía más atractivo para ella.

Del otro lado de la mesa, Avancari se quejaba en silencio a los cielos, pensando por qué ella tenía que aficionarse al otro mundo, cuando incluso compartía su afición por la casa y hasta por la milicia. Algunos le decían la “princesa guerrera”. ¿ Por qué entonces apenas le miraba a él, el futuro Cacique y se mostraban tan interesada en conocimientos e historias que estaban fuera de su alcance ? ¿ Tendría que aceptar el papel que ella le concedía, viéndolo más como un hermano ? . Había una prohibición específica para emparejarse entre hermanos o primos, y aunque todos sabían de la procedencia de Nandayure, también el haberse criado lado a lado con Avancari creaba una especie de tabú a cualquier relación romántica entre ellos. Todo avance de Avancari era cortado en seco cuando Nandayure le confería una categoría de broma y nada más.

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