1. El comienzo

303 39 31
                                    

17 de julio de 2021

Harper Clifford

Estaba soñando con mi queridísimo crush literario cuando alguien decidió que era divertido despertarme con agua helada, y sabía perfectamente de quién se trataba, maldito Connor.

Le odiaba demasiado, casi la mayoría de las veces hacia lo mismo.

—Buenos días, bella durmiente —comenzó a reírse el maldito desgraciado y yo como buena hermana le fulminé con la mirada.

—Que te den —me volví a tumbar cansada. Solo quería dormir, pero en esta casa eso era imposible.

—No mujer, despierta —sentí como él tiraba de mis pies, para después acabar en el suelo.

Maldito, ahora me dolía todo el cuerpo.

—Maldita sea Connor, déjame dormir en paz —me levanté del suelo y me acerqué a él para golpearle en el brazo.

—Ahh mujer que bruta —se alejó de mi adolorido. Eso era poco para lo que se merecía el idiota de hermano que tenía, solo pedí uno normal, no uno como él.

—Bruta tu madre.

—Lista es la misma que la tuya —comenzó a reírse y yo tenía ganas de matarlo.

—Es la misma que la tuya —le hice la burla porque en estos momentos lo odiaba demasiado.

—Yo no hablo así.

—Oh claro que lo haces —iba a contestarme, pero entró Stephen demasiado serio para ser las siete de la mañana. ¿Ya tan pronto de mal humor?

Alguien debía arreglarle ese humor de inmediato.

—¿Qué cojones hacéis? —miró a Connor—. ¿Tanto te cuesta levantarla?

—¿Tanto te cuesta levantarla? —de tal palo tal astilla—. ¿Por qué no la despiertas tú? Siempre me toca a mí despertarla.

—Te recuerdo que te salió el palito más corto, por lo tanto, perdiste... Por eso te tocaba despertarla.

Ese juego era absurdo, pero a la vez necesario.

—Ese juego no es justo, siempre me das a mí a elegir —le reclamó con enfado y yo solo pedía que se fueran cuanto antes para poder dormir—. Seguro que todas son cortas.

—La vida a veces no es justa.

—No pienso despertarla más —Connor se cruzó de brazos.

—Vale mañana la despierto yo —para que tener una alarma si los tenía a ellos.

—¿Habéis acabado?

—Tú cállate —hablaron a la vez, Dios, ¿ya he dicho que los odio?

—Os odio, ahora si me disculpáis me voy a cambiar, así que os pido que os vayáis —los empujé fuera de mi habitación y les cerré la puerta en la cara.

Fui al baño hice mis cosas y me vestí con algo cómodo porque hoy no iba a ser un día tranquilo. Bajé las escaleras y fui a la cocina donde ya estaban todos sentados.

—Buenos días, cariño —mi madre me entregó el desayuno con un beso en la frente.

—Buenos días, mamá —miré a mis hermanos que estaban con el móvil y luego miré a mi padre sonriente—. Buenos días papá.

—Buenos días hija —desayunamos en silencio como siempre.

Al acabar tocaba entrenar algo que ya se me hacía aburrido porque llevar desde los 4 años entrenando ya me estaba cansando, pero papá insistía en ello.

Intenta Sobrevivir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora