—Si te supieras defender no habría problema en que fueras —¿y este quien se ha creído que era? Estoy segura de que no me conocía lo bastante bien porque yo toda la vida había entrenado para defenderme.
—¿Perdona? —le miré incrédula, hace un momento me sentí aliviada de tenerlo a mi lado, pero ahora solo quería que se fuera para no verlo nunca más.
—Te perdono —imbécil, ahora me preguntaba por qué me había atraído un idiota como él, si estaba bueno, pero lo idiota no se lo quitaba nadie.
—Que te den —me senté en la cama y le fulminé con la mirada, pero él ni se inmutó.
—Qué maleducada eres mujer —empezó a investigar mi cuarto y se detuvo en mi estantería donde tenía algunos libros y cogió uno.
—No toques nada.
—Te gustan las criaturas nocturnas por lo que veo —había ignorado mi advertencia y miraba con curiosidad un libro que conocía perfectamente, pero él no tenía derecho a tocar mis cosas, ¿por qué no se iba de una vez?
Me lo había regalado mi padre a los doce años, ese libro trataba sobre las criaturas de la noche, vampiros, hombres lobo, fantasmas, brujas y muchas más. Mis favoritos eran los vampiros, hombres lobo y las brujas, me encantaba saber sobre ellas aunque no existieran. Aunque mi padre sí era creyente, por lo tanto, tenía que seguirle el juego.
¿Cómo podían existir los vampiros o los hombres lobo? Quería reírme en la cara de mi padre por esa tontería, pero debía seguirle la corriente.
—Cuidado con eso que es sagrado —me levanté rápido de la cama y me acerqué a él para arrebatarle el libro de mala manera, este chico tenía un grave problema con agarrar cosas que no debía.
—¡Oye! —lo volví a colocar en su sitio y le miré de nuevo demasiado seria para mi gusto.
—No toques mis cosas — espeté enfadada, estaba demasiado incómoda con su presencia, lo único que quería era que se fuera y de esa forma descansar de una vez por todas.
—Tampoco es que fuera un ladrón o un patoso —volteé los ojos y me alejé de él dándole la espalda mientras murmuraba cosas sin sentido, mejor dicho lo imitaba mediante susurros.
—Me da igual lo que seas, lo único que tengo con certeza es que eres un idiota.
—Pero te mueres por este idiota —me giré para verlo con una sonrisa.
—Me muero más por Ethan —toda expresión de diversión desapareció y comenzó a acercarse peligrosamente a mí, por instinto retrocedí.
—Repítelo —escupió con rabia, lo había enfadado demasiado, aunque no estaba tan enfadado como hace unos días con el encuentro de Dominic. Estaba segura de que me había metido en un problema. Pero, ¿por qué se enfadaba? La enfadada debía ser yo porque estaba jugando conmigo, primero era bueno conmigo y luego se besaba con cualquiera que pillaba por allí.
—Muero por Ethan —me empujó contra la pared.
—Mientes —sus ojos se oscurecieron de la rabia y yo no sabía que más hacer para alejarme de él, porque su presencia me ponía demasiado nerviosa.
—No miento —le dije decidida y él sonrió divertido.
—Si lo haces... ¿Y sabes por qué lo sé? Porque ese día en la cafetería cuando me bese con esa chica supe qué estabas mirando —le interrumpí furiosa.
—¿Me seguiste? —alcé un poco la voz, maldito idiota, me siguió y si fuera poco se besó con ella porque sabía que lo estaría mirando.
—No, la verdad es que no te seguí, es más, fue una casualidad —si claro, casualidad. Si creía que me podía mentir estaba muy equivocado.
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Intenta Sobrevivir ©
Science Fiction¿Y si todas las leyendas fueran ciertas? Todos los cuentos que me contaron de pequeña nunca les di importancia hasta ahora y vaya que si lo me los contaba mi padre era por una buena razón. El 24 de diciembre del 2021, apareció un virus extraño en n...