9. Charla

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 Harper Clifford

De pronto me desperté sobresaltada y miré todo el lugar, para darme cuenta de que me encontraba en la cama. ¿Cómo había llegado aquí?

Miré mis manos y las tenía vendadas, que yo recuerde, estaba en la bañera, mientras el agua caía por mi cuerpo, lo recuerdo porque hubo un momento en el cual encendí la regadera y dejé que el agua tocara mi cuerpo y desde ese momento ya no recuerdo nada.

—No me esperaba esto de ti, es más, creí que eras más fuerte —maldita sea, ¿por qué no me dejaba tranquila? —volteé los ojos mientras lo miraba, Nicholas se encontraba cerca de la puerta viéndome serio.

Era como si me estuviera regañando o al menos así lo sentía yo.

—Nicholas, ¿qué haces aquí? —me levanté de la cama y tenía puesto mi pijama. Espera, yo no tenía mi pijama puesto cuando fui al baño. ¿Nicholas me había cambiado? Eso significa que me vio en ropa interior. No, Dios, maldita sea.

—Bueno, vine para ver que no hicieras ninguna tontería y mira por donde hiciste una —volví a voltear los ojos.

—Lo que haga con mi maldita vida es problema mío —me acerqué lo suficiente a él.

—No solo es problema tuyo, sino que también es mío —bufé. ¿En serio?

Quien podía entender a Nicholas, había momentos en que era una buena persona y otras donde era una mierda. Su comportamiento me confundía demasiado.

—No, no lo es —de todas formas nunca fui su problema y nunca lo sería.

—Harper... —quería decirme algo, pero al final se calló de golpe.

—No, no me conoces y yo no te conozco, es más, lárgate de aquí —descubrí que la ventana de mi cuarto estaba abierta, claramente por allí tuvo que entrar el maldito.

—No sabes nada, en fin me largo para no discutir contigo, porque no vaya a ser que discutamos y hagas uno de tus ridículos numeritos —quise contestarle, pero él ya se había ido.

Maldita sea, qué vergüenza, al menos no dijo nada al respecto.

—Por cierto, se me olvidaba, bonita ropa interior —mierda, miré por la ventana y ahora sí que había desaparecido.

No mencionó nada de lo que había dicho por la mente, así que tal vez eso ya no funcionara con nosotros.

Maldición, eso sí, que no me lo esperaba, ¿por qué demonios hizo eso? ¿Por qué vino? Miré mi cuarto y estaba demasiado ordenado. Fui al baño y no había ni rastro de los cristales, aunque sí faltaba el gran espejo. Salí de allí y justo cuando me disponía a ir a mi cama alguien llamó a la puerta.

—Harper, ¿puedo pasar? —mierda Stephen, si lo dejaba entrar vería mis manos o vería que faltan demasiadas cosas en el cuarto, por no hablar del espejo del baño. Aunque cualquiera podría pasar ese dato, pero no Stephen. Él era muy observador y sabía dónde estaban las cosas o si ya las tenía antes. A veces me sorprendía su capacidad para recordar todo.

—Stephen, justo iba a dormirme ya —espero que funcionara, porque si no estaría en un problema y no tenía ánimos de explicárselo.

—Harper, abre la puerta —en algunas ocasiones no era bueno cabrear a Stephen, porque perdía la paciencia muy fácilmente.

—No.

—Harper, no voy a repetirlo dos veces.

—Buenas noches Stephen —oí sus pasos alejarse y supuse que se habría rendido. Me tumbé en la cama y cerré los ojos.

Intenta Sobrevivir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora